Los jardines de San Francisco esconden un subsuelo de salas abovedadas, contenidas por el muro de la Cuesta de Mella, que han dejado atrás un pasado de pubs y escondrijos para convertirse en un museo dedicado a la memoria histórica. Esos son los planes del nuevo gobierno municipal, que aunque reconoce que “este non era o noso proxecto”, lo asume al estar prácticamente acabado pero transformará el espacio museístico y la sala para audiovisuales en un centro “que reivindique a loita contra a ditadura”, comentaba el alcalde, Jorge Suárez, en una visita que realizó con las edilas Beatriz Sestayo, María Fernández y Rosa Méndez.
Las obras podrían estar concluidas a finales de noviembre y, tras consultar con especialistas en la historia del siglo XX, “que nesta cidade temos moi bos e moitos”, podría abrir al público a principios de 2016. El proyecto “só contemplaba a instalación de metacrilato para darlle o uso que quixera o goberno”, aclaró Suárez, que considera su propuesta “compatible” e incluso “intimamente ligada” al centro de interpretación que preveía la anterior corporación.
La obra incluye el polémico ascensor que salva la altura entre la Cuesta de Mella y los jardines de San Francisco. Estos últimos podrían estar rematados en un par de meses. Y entre esos dos niveles se sitúan las salas de las que los obreros tuvieron que retirar colchones, sofás, jeringuillas, basura y elementos podridos que llevaban décadas allí abandonados. También tierra, puesto que el techo cedió y hubo derrumbes en enero de 2013 que obligaron a actuar de urgencia en la zona. Tardaron ocho días en limpiar, “traballando día e noite”, explican. Algunos más quedan para recuperar unas estancias de unos 700 metros cuadrados en las que se podrá ver el muro medieval del convento de San Francisco, que quedará al descubierto con la autorización de Patrimonio. También se encontraron restos de un antiguo muelle, anterior al relleno con el que se ganó espacio al mar para el Arsenal.
La visita municipal, después de Mella, pasó por el Centro Cívico de Ferrol Vello, que está a punto de entregarse a la asociación vecinal, a falta del equipamiento. Y en ese trámite se encuentra también el de Canido, del que dispondrá la asociación vecinal, aunque también se prevé reservar un espacio para el uso sanitario que reclaman los habitantes de la zona.