El astillero de Navantia Fene, antes Izar y originalmente Astano, cumple una década de gradas vacías. En febrero de 2003 se colocó por última vez una quilla, la de la plataforma “Statoil” y la proximidad del 31 de diciembre de 2014, fecha en la que vence el plazo de castigo impuesto por la Unión Europea, no aporta de momento ninguna certeza sobre el regreso a una etapa de plena ocupación.
La última construcción completa que afrontó el astillero de Perlío fue una planta de gas flotante destinada a servir de base a unas instalaciones de licuefacción en aguas del Mar del Barents. La botadura que dejó definitivamente vacía la grada número uno de la factoría se celebró el 6 de agosto de 2003 y la compañía Statoil se llevó la plataforma poco después.
Fue la última de una historia de 280 construcciones que había arrancado casi sesenta años antes con el pesquero “Comandante Lobo” y que estuvo jalonada de proezas como la botadura del petrolero “Arteaga”. El astillero había dejado ya de ser Astano y desde el año 2000 formaba parte del grupo Izar, que en apenas cuatro años fue a la quiebra, solo en parte por las ayudas ilegales del Gobierno español.
En vísperas de la última reconversión naval, la factoría de Perlío contaba 1.100 trabajadores, frente a los pocos más de 200 que forman hoy su plantilla. Las prejubilaciones de 2004, que mandaron a casa a unos 1.200 operarios de ambos lados de la ría con 52 años cumplidos, fueron la merma más importante, aunque el número de operarios no ha dejado de decaer desde entonces.
En los 600.000 metros cuadrados de superficie del astillero de Fene únicamente se construyen, desde que se marchó la plataforma “Statoil” bloques para las fragatas o los LHD cuyas quillas, invariablemente, se han colocado en el astillero de Ferrol. Tal como dice el acuerdo que suscribió el Gobierno español con la Comisión Europea a comienzos de 2005, “Fene y San Fernando se dedicarán únicamente a la producción militar y subcontratarán principalmente de Ferrol y Puerto Real”, la factoría ha de-sempeñado un papel auxiliar en los programas de construcción de buques cuyas quillas siempre se han colocado al otro lado de la ría. Y frente a quienes defienden que la privatización del astillero facilitaría la plena ocupación, a lo largo de estos años el comité de empresa de Navantia, tanto en Fene como en Ferrol, no se han cansado de defender la permanencia de la factoría en el grupo público –aludiendo, entre otras cosas, a la quiebra de otros astilleros que escaparon de esa órbita– y el papel indispensable que ha desempeñado la antigua Astano en la ejecución de programas como los LHD australianos. Sin Fene, han repetido en incontables ocasiones, no se habría podido cumplir el contrato.
En el contexto actual, en el que el sector naval de la ría atraviesa la crisis más grave de su historia, con gradas totalmente vacías en Ferrol y en Fene, los comités de empresa se esfuerzan por subrayar como auténtica prioridad la llegada de carga de trabajo y la construcción del dique flotante. Junto a esa necesidad perentoria, no obstante, la SEPI adquirió a primeros de marzo el compromiso de impulsar ante Bruselas una petición formal para que se levante el veto y se permita construir el dique flotante.
La sociedad estatal está trabajando en dicha petición, según confirmaron fuentes del holding recientemente a este periódico, pero no la ha formalizado ante las autoridades comunitarias.