El compromiso de acondicionar la playa de A Graña para que fuese totalmente accesible para las personas con movilidad reducida se ha quedado, por el momento, solo en eso. Cuando la temporada estival ya ha comenzado, tanto el Partido Popular como la Asociación Sociocultural ASCM han denunciado el incumplimiento en materia de accesibilidad general en todas las playas y especialmente en la urbana de A Graña, con más facilidades para su acondicionamiento.
Desde el Partido Popular, su portavoz, Martina Aneiros, recordó que el mes pasado se adjudicaron dos contratos, a dos empresas diferentes, por un importe de más de 30.000 euros para la reparación e instalación de elementos de las playas en la temporada de verano y hasta la fecha no se ha realizado ninguna intervención en A Graña, pese a que existía ese compromiso de accesibilidad.
A finales de junio se contrató a una empresa para la asistencia técnica para llevar a cabo un estudio de las condiciones necesarias para que esta playa urbana pueda alcanzar la consideración de accesible y se asesore en materia de instalación de elementos, por un importe de algo más de 3.000 euros. Sin embargo, entre tanto, las personas con problemas de movilidad no pueden hacer uso de la mayoría de las instalaciones, como así denunció el presidente de la ASCM, Ángel Gárate, que lamentó, además, que no se contase con las entidades que son conocedoras de los problemas que padecen día a día.
Entre las dificultades del arenal de A Graña se encuentra la inexistencia de aparcamientos señalizados y reservados para el colectivo, accesos intransitables con una silla de ruedas o falta de pasarelas para poder acercarse al agua.
Además, los servicios o las duchas, que estarían acondicionados para su uso, son inservibles, ya que en el caso de los váteres no caben todas las sillas de ruedas e incluso no se puede hacer uso de las cisternas si no se cuenta con movilidad en las piernas, y en el caso de las duchas, sería preciso llegar a ellas por la arena.
Estos problemas son extensibles a los arenales de la costa, donde los accesos son imposibles, con escaleras o desniveles por los que no puede descalzarse una silla de ruedas.