Los residentes en el campamento gitano de Arsenio, situado en Taboada-Mandiá, están altamente preocupados por las filtraciones de agua que se producen en sus viviendas, que pueden correr el riesgo de derrumbarse. Aseguran que la situación ya fue puesta en conocimiento del Concello de Ferrol hace tiempo, sin que nadie les diese una respuesta o se adoptase alguna medida para solucionar el problema.
El asentamiento en cuestión está situado en la parte trasera de la panificadora Pannosco, de cuya parcela sale el agua que atraviesa la carretera por varios puntos y después discurre formando un riachuelo hacia las casas del campamento.
Ayer, tras dos días sin llover, el paso del agua sobre el asfalto del vial era perfectamente visible en dos zonas concretas, pero, según los denunciantes, en días de lluvia resulta imposible transitar por la carretera.
La situación se ve agravada por la falta de limpieza de las cunetas, que prácticamente ya no existen, porque se encuentran al mismo nivel de la calzada.
Como consecuencia de ello, el agua va a parar directamente a la finca en la que se encuentran las cuatro casas de ladrillo existentes en este campamento, en el que viven 15 personas de etnia gitana, entre ellas un niño de corta edad.
La más afectada es una construcción en la que prácticamente se ve entrar el agua por una esquina, provocando que la humedad rezume por las paredes de las habitaciones y las plaquetas del suelo.
De hecho, en una de las habitaciones fue necesario cubrir las paredes con madera porque el agua caía en la cama.
Los moradores aseguran que de esta forma no se puede vivir y repiten constantemente que tienen miedo a que las inundaciones provoquen el derrumbamiento de las casas.
Desde su punto de vista, la solución tendría que partir de la finca colindante, la de Pannosco, que está practicamente anegada. A su modo de ver, con la colocación de unos tubos para recoger el agua en las cunetas podría solventarse el asunto.
Los afectados aseguran que ya han puesto estos hechos en conocimiento del equipo de gobierno de Ferrol hace algún tiempo, pero indican que nadie se puso en contacto con ellos ni tampoco se adoptaron medidas para solucionar el problema.
Sostienen que ya no pueden pasar otro invierno en estas condiciones, porque corren el riesgo de enfermar a causa de la humedad que tienen que soportar constantemente, e incluso pueden quedarse sin viviendas si el agua llega a minar los escasos cimientos con que cuentan estas construcciones.
Las cuatro familias afectadas sobreviven con lo que recogen en la chatarra y con salidas a mariscar.