Tal día como ayer, hace 75 años, moría fusilada en el castillo de San Felipe la mugardesa Amada García Rodríguez, ante un pelotón que, de ser verdad la difícilmente constatable historia que se ha transmitido hasta hoy de boca en boca, no quiso apuntarla a ella. Cayeron los siete hombres que había junto a la condenada, pero de “Amadita” tuvo que ocuparse el soldado al mando con su propia pistola.
Memoria Histórica y Fuco Buxán destacan el ejemplo de la mugardesa
Unas treinta personas acudieron en la mañana de ayer a rendir homenaje, como se viene haciendo cada año desde 2008, a la luchadora Amada García. Enrique Barrera, de la Asociación de Memoria Histórica, recordó el motivo por el que la mugardesa se convirtió, pese a no haber empuñado un arma, en una de las pocas mujeres que fueron condenadas al paredón tras el golpe del 36. “Porque era unha excepción”, dijo Barrera, apuntando que fue una mujer que abrazó con especial pasión el comunismo y que defendió con vehemencia, en mítines y otros actos públicos, el ideario republicano.
“É unha muller que representa a loita contra a España patrialcal”, dijo el portavoz de la Asociación de Memoria Histórica Democrática, “aquela que quería unha muller sumisa e relegada ás tarefas do fogar, que non a autorizaba nin a cobrar un soldo sen ter antes o permiso do marido, a que tiña o adulterio cualificado como delito”. Amada García se distinguió en las elecciones de febrero de 1936 como defensora del Frente Popular y precisamente su protagonismo, el ser una cabeza visible de aquel movimiento, le costó la vida.
Barrera: “É unha muller que representa a loita contra a
España patriarcal”
En nombre de la asociación Fuco Buxán intervino también en el acto José Torregrosa, que calificó el fusilamiento como un crimen “a sangre fría, aplazado y sangriento”, haciendo referencia al hecho de que la ejecución de la sentencia esperase hasta el namiento de su hijo, Gabriel Toimil, que fue entregado a la familia en la misma mañana en que Amada García iba a ser fusilada y que ayer faltó por primera vez al acto por encontrarse enfermo.
En su nombre su hija, Amada Toimil Rey, nieta de la homenajeada, agradeció la presencia de las treinta personas que se dieron cita en la lluviosa mañana de ayer ante el muro en el que todavía se distinguen los agujeros de las balas empleadas en este y otros fusilamientos durante la Guerra Civil. Los presentes acompañaron a la familia en la colocación de una corona de flores ante la placa que recuerda “as persoas que pola defensa da liberdade e da legalidade republicana foron vítimas da represión franquista” y desfilaron a continuación ante ella para depositar claveles con los colores de la bandera republicana.