Ferrolterra esixe solucións” ha sido el lema de la última manifestación transcurrida en defensa del naval. Para unos, estas pasan por separar la construcción civil de la militar, por desgajar Navantia-Ferrolterra de Cádiz y Cartagena, poniendo el acento en que si es altamente competitiva..., (Noruega quedó tan contenta que, cartas cariñosas al margen, para el siguiente pedido ya ni preguntó). Para otros, que constatan que no es competitiva en absoluto y siendo que, como ya se decía, cuanto más hace, más pierde y que casi es mejor enviar el sueldo a casa porque papá-Estado está exhausto y ya no puede más y que hace mil años que parece que la SEPI o no quiere o no sabe arreglar la desfeita porque tampoco es su cometido, ya que lo mismo pone gente al frente de Navantia que de una fábrica de chorizos, las soluciones esixidas pasarían porque se venda de una vez.
Como hizo Barreras, por lo que le dieron y aún puso de su cuenta el champán, contento de quitarse el muerto de encima, ahogado entre el tax lease y el no haber podido hacer frente a los pedidos de los grandes buques que tenía apalabrados, por carecer de espacio físico y no haber logrado, gracias a las fuerzas vivas políticas, sindicales y empresariales interesadas, mediante compra, alquiler, cesión temporal ni préstamo una parcelita en la extinta Astano porque no había terrenos baleiros, según argumentaban quienes tenían pocas ganas de reconocer que pronto iban a estarlo.
Si los beneficios arrojados por Navantia-Ferroterra estriban en alquimias contables, en que tres menos dos son diez y en la asunción de pérdidas por parte del Ministerio de Defensa, ahora que este no tiene un doblón, hace sus reajustes y hasta prescinde de efectivos y unidades por no poder asumir su mantenimiento, ¿cómo se insiste en que hay que esixirlle a Defensa que apoye el sector naval con nuevos encargos? ¿Quién pone la pasta..., de qué partida se detrae? ¿O son sólo declaraciones lisonjeras para la prensa, los crédulos y el Facebook?
“Hay que recuperar la actividad en los astilleros públicos”, dice Feijóo sin decir en qué sector ni cómo o si es a través de reconvertirlos en el gran botellódromo público nacional; tampoco aprovecha para confesar si ha mentido por la cara (como acaban de hacer Solbes y ZP en sendos libros, esperando ser comprendidos, ¡qué valor!) o porque le han engañado como a un chino. Por lo de pronto, sabemos que las pérdidas por barcos no se compensan con los beneficios por repararlos (sin mediar los enjuagues con Defensa, claro está) ni si estos son menos sólo por falta de dique flotante.
No se le ha puesto el cascabel a ese gato. Como tampoco Gas Natural, que bien podía devolver al Estado algún favorcito arrimando el hombro por lo mucho que en bandeja ha recibido, se atreve a confesar por qué se inclina a favor de Asia para construir sus gaseros siendo aquí como somos LaPollaRecord´s.
Hay quien piensa que no lo somos tanto y que aunque fuera regalada, la inversión que habría que acometer en Navantia es millonaria: modificar estructuras, forma de llevar la empresa, fuertes inversiones tecnológicas y un pequeño etcétera.
Pero la mejor de todas las frases es de la propia Navantia, que tras años de ir de culo, cuesta abajo y sin frenos viene ahora, el pasado 4 de diciembre, a decir que lo prioritario es conseguir carga de trabajo y que para ello mantienen “negociaciones de alto nivel”. ¿Hay constancia fehaciente de que, al menos, presentan las ofertas y además, en tiempo y forma? Puesto que, incapaces como son de ganar un concurso, habrá que sospechar de cómo se desarrollan esas negociaciones al más alto nivel y si es que van de farol, fuera de plazo y hasta rogando que sea admitida su oferta, incompleta y mal elaborada y cuantificada, cuando ya el contrato ha sido adjudicado. Por ejemplo.
Galicia está en inmejorable situación para los Astilleros, pero para quien sepa explotarlos y tenga un par de bemoles para hacer frente a ese, como dijo no sé quién, Ejército engrasado en la tomadura de pelo cotidiana que gasta más energía en la manipulación y en mantener a la peña permanentemente engañada que en arrimar el hombro para estimular la economía. Así, Ferrolterra no tendrá solución por mucho que se esixa.