Dicen los expertos que hoy se pueden encontrar más de 325.000 aplicaciones móviles relacionadas con la salud. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y entre este gran número se esconde de todo, desde aplicaciones que realmente tienen un valor terapéutico hasta otras que directamente realizan promesas sin fundamento. Más allá del riesgo intrínseco de usar unas y otras, está la posibilidad de que alguien decida dejar de ir a una consulta médica porque está empleando una de estas aplicaciones.
Cualquier intervención en salud debe estar basada siempre en la evidencia y debe poder ser evaluada. Y las aplicaciones móviles ahora ofrecen esta posibilidad.
No es cuestión de dar la espalda a una realidad cada vez más innegable, sino de establecer criterios que puedan servir de ayuda a la hora de discernir las buenas aplicaciones de las malas.
Esto supone el reto añadido de hacer conciliar dos realidades que viajan a distinta velocidad. Por una parte, la innovación tecnológica para la que hoy ya es tarde. Por otra, la cultura de la evaluación que requiere de un tiempo del que muchas veces carecemos.
Saber quién se encuentra detrás de una aplicación de salud habría de ser el primer criterio para determinar su valor. Luego deberíamos comprobar si aquello que nos promete está basado en algún tipo de evidencia.
Hay aplicaciones que resultan útiles y está demostrado su valor para controlar enfermedades como la diabetes o la enfermedad pulmonar obstructiva. Otras ofrecen recursos útiles, como un directorio de lavabos públicos para aquellos que padecen la enfermedad de Crohn. Pero también las hay que dicen ser capaces de curar la depresión a través de las vibraciones del móvil. De todo nos podemos encontrar buscando en Internet.
Por eso siempre es de agradecer el esfuerzo realizado desde ciertos ámbitos en la búsqueda de facilitar esta evaluación.
Es este el caso de la Fundación iSYS (Internet, salud y sociedad) que viene de presentar recientemente su TOP20 de aplicaciones para pacientes y profesionales. Una herramienta con la que se han evaluado las principales aplicaciones móviles en materia sanitaria de España y que ofrece unos criterios claros y precisos que permiten tanto a pacientes como profesionales tener una escala adecuada a la hora de recomendar o utilizar cualquiera de estas aplicaciones.