Ya no hay vuelta atrás. La central térmica de Endesa se ha quedado sin carbón. Las últimas reservas de combustible –en verano había 200.000 toneladas– que permanecían en sus instalaciones se han agotado. Las previsiones pasan por que se consuman como muy tarde durante esta mañana, sino se han agotado ya durante la noche.
Hace un año las instalaciones pontesas veían como el anunciado cierre se posponía por el elevado precio del gas y la guerra de Ucrania, pese a que el Gobierno había dado el visto bueno al cierre de sus cuatro grupos de carbón en 2021. Meses después, en 2022, autorizaría el cierre de dos y condicionaría el de los otros dos al refuerzo de la disponibilidad de potencia, de modo que Endesa volvía a mover carbón desde el puerto de Ferrol y quemarlo en la planta casi a la par que entregaba su proyecto de desmantelamiento.
Las prórrogas ya no volverán y el siguiente paso para su desmantelamiento es un hecho. Y es que sigue siendo caro, muy caro, y contaminante, mucho también, mantener una de las pocas térmicas que hasta hoy seguían operando en el país. Ya no llegarán nuevas prerrogativas y la chimenea, ahora así, se apagará para siempre.
Con la planta se irán muchos recuerdos así como las emociones de miles de operarios que formaron parte de la compañía en estos cincuenta años de historia, muchos de los cuales se asentaron en As Pontes haciendo de este municipio uno de los más fructíferos de la zona, con los pensionistas mejor pagados y los salarios más anhelados. Pero de todo eso, de la historia de un referente de la industria nacional y hasta internacional, siempre quedará el recuerdo y, quien sabe, si la famosa chimenea, la que en su día fue la más alta de cuantas se erigieron para el mismo fin, con 356 metros de altura. Eso sí, la salida de gases y el resto del complejo también ostentaban otro récord, menos honroso, el de figurar en el “top ten” de las centrales más contaminantes del continente y el primer puesto en España. Sea como fuere, se abre ahora otro capítulo en su historia; su desmantelamiento final para liberar algunos terrenos en favor de otras industrias.
Desde los sindicatos lamentan que si la compañía está agilizando los plazos para iniciar el desmantelamiento no tengan todavía en sus manos el cronograma tantas veces solicitado a Endesa para conocer todos los pasos a seguir así como los plazos en los que acontecerá cada nueva fase de su desmantelamiento. Solo una cosa está clara, y es que ya se ha quemado el último combustible fósil en la planta de As Pontes.
Los trabajadores siguen a la espera de una reunión con las administraciones que inicialmente se había fijado para el día 11 pero que ha pospuesto la Xunta alegando motivos de agenda. Alberte Amado, de la CIG, aseguraba al respecto que “precisamente a reunión era para falar un pouco do cronograma, así que non tería moito sentido que comece a materializarse se aínda non houbo reunión cos traballadores”. Asimismo, sostiene que “entendemos que unha vez se acabe o carbón comezarán xa a tramitar a acta de peche”. Sobre este asunto este periódico ha podido saber que, pese a que este trámite puede prolongarse durante un año, la pretensión de la empresa pasa por acelerar plazos y dejarlo listo a final de este trimestre.
A partir de ese momento se abre otro período de cuatro años en los que se procederá a desmantelar completamente la planta pontesa, como estaba previsto.
Los trabajos para el desmantelamiento se prolongarán unos cuatro años más, y se desarrollarán en tres fases diferentes. En una primera se irán implantando las diferentes estructuras e infraestructuras así como aquellos servicios necesarios para iniciar los trabajos; seguidamente darán comienzo actuaciones encaminadas a limpiar, lavar o vaciar los sistemas, así como el desvío de servicios esenciales y, finalmente, se iniciará el desmantelamiento de las instalaciones propiamente dicho. En estas labores se generarán numerosos residuos que deberán ser tratados con mucho cuidado por ser altamente contaminantes.
Endesa prevé generar más de 4.000 toneladas de residuos peligrosos durante los trabajos, especialmente amianto, con hasta 3.400 toneladas. Los residuos deberán clasificarse de acuerdo a su naturaleza y se almacenarán conforme a la legislación vigente y a la espera gestores autorizados se hagan cargo de los materiales de desecho, como se pone de manifiesto en el BOE en el que se declara el impacto ambiental para su desmantelamiento.
Los líquidos que se manipulen también deberán tratarse con sumo cuidado y el almacenamiento de productos peligrosos deberá hacerse en superficies impermeables para evitar filtraciones. Cabe precisar que se estima liberar más de un millón de metros cuadrados de suelo tras la demolición del conjunto. Falta ver si con chimenea o sin ella. l