En la planta somocense de WindWaves, además de fabricar estructuras para los parques eólicos marinos, en los últimos meses se han especializado también en despedir por todo lo alto a los compañeros que se jubilan. Ocurrió el pasado febrero con José Luis Allegue y volvió a repetirse el 11 de abril con Antonio Álvarez.
Natural de Ponferrada, pero trabajando en los astilleros de la ría de Ferrol desde 1996, “siempre en el metal, en soldadura”, pasó sus últimos 23 años de trayectoria laboral en Nervión, donde le brindaron una fiesta “premium”, asegura emocionado.
De hecho, además de convocar a todo el turno de operarios, escogieron la canción “Bye bye Ríos”, del emblemático roquero granadino, con la que Antonio no dudó en ponerse a bailar y cantar.
“Fue algo que nunca esperas, pero cuando llega marca un antes y un después”, explica al otro lado del teléfono, haciendo alarde de una filosofía vital poco común, sobre todo en estos tiempos que corren, la del “carpe diem”: “Mi vida es este momento”, precisa Antonio, que afronta cada jornada como una oportunidad “maravillosa” y dedicará ahora parte de su tiempo libre a una de sus grandes pasiones, la música.
En sus años de trabajo, el despertador de Antonio —que vive en A Coruña desde que el 21 de diciembre de 1984 llegó “por unos días” para hacer una reparación— sonó religiosamente todos los días laborales a las 4.19 horas, huyendo del horario redondo y provocando la sorpresa de todas las personas a las que se lo contaba.
“Siempre tienes que tener una hora fija para empezar a disfrutar del día con energía y positividad”, sostiene, valorando que ahora la alarma suena cinco horas más tarde. Además de llevarse el cariño de sus compañeros y la implicación de su hija Andrea en la sorpresa, también le regalaron una grúa pórtico de Sargadelos, entre otros presentes.