Llevándole la contraria al refranero popular, segundas partes también pueden ser buenas. Es al menos en lo que confían las jóvenes educadoras infantiles Natalia Pardo y Ana Pena que, tras poner en marcha el pasado año su primera casa nido en el municipio de Monfero –en O Xestal, concretamente–, no han dudado en lanzarse a dirigir una segunda entrega de la película de sus vidas. Se encuentran inmersas estos días en acondicionar lo que será el segundo centro de atención a la infancia del concello, ubicado en la antigua escuela unitaria de Queixiero que el ejecutivo local les ha cedido de manera gratuita.
“Estamos encantadas. El pueblo nos acogió de maravilla y desde el primer momento tenemos una relación supercercana con las familias. Tener una ratio de cinco ‘peques’ te permite tener una pedagogía estupenda”, afirma Pena en relación a su experiencia en la casa nido de O Xestal –en cuya planta superior han establecido su residencia–.
Tener un número tan reducido de menores a su cargo favorece que puedan desarrollar su didáctica. “Si ponerse una zapatilla les lleva 20 minutos, pues no pasa nada, estás ahí para acompañarlos. Porque... ¿qué hay más importante que el hecho de que aprendan a ponerse las zapatillas por sí mismos? O a lavarse las manos; pueden parecer chorradas, pero no lo son”, afirma la educadora.
Ambas crearon en su momento una cooperativa con la que materializaron la idea de la primera casa nido y con la que, ahora, han concurrido a la nueva vacante para la segunda. “Lo cierto es que la subvención que nos concedió la Xunta está pensada para cubrir los gastos de una sola persona y nosotras somos dos. Sabíamos que, llegados a un punto, íbamos a tener que hacer actividades extra para poder sostenernos económicamente las dos porque, en realidad, este es un servicio que ofrece el gobierno gallego y que resulta gratuito para las familias. Fue entonces cuando salió nuevamente la convocatoria y vimos que, en realidad, sí que había necesidad de contar con una segunda casa nido en Monfero porque tuvimos muchas solicitudes para la de O Xestal. Como nosotras seguíamos con todas las ganas del mundo, decidimos lanzarnos”, explica Pena.
Al tratarse de un municipio rural –otro de los encantos que las impulsó a emprender el pasado año–, decidieron ponerse en contacto con el Ayuntamiento. “Fuimos a hablar con el alcalde y la verdad es que todo fluyó sin problemas. Nos hicieron una cesión de uso de la antigua escuela unitaria de Queixeiro y estamos encantadas”, agradece.
Pese a que el edifico se encontraba ya en unas condiciones muy buenas –de hecho, lo compartirán con vecinos que realizan otro tipo de actividades en la planta superior–, explica Ana Pena que tomaron la decisión de reformar su interior. “Al final nos metimos en una buena reformilla [risas]. Tiramos tabiques y pusimos otros a media altura para contar con un espacio más diáfano y poder estar en contacto siempre con los ‘peques’. Sigue un poco la estética de la otra escuela de O Xestal porque también contamos con esa ventaja, la de saber qué es lo que nos había funcionado y lo que no. Y, en función de esto, realizamos alguna modificación. Queremos también cambiar ciertos aspectos del exterior, como retirar las rejas que ya tenía el inmueble para que entre un poco más de luz”, explica la joven educadora infantil.
Ahora, con las obras a punto, mantienen abierto el plazo de inscripción en su nuevo proyecto, “Sementes”, hasta el próximo 20 de septiembre.
Se trata de un modelo de atención primaria adaptado a las características de los municipios rurales de Galicia. Dada su escasez de población –indican desde la Xunta en su página web– “non resultan viables os modelos tradicionais de servizos de atención”. Al cargo de estos centros se encuentran profesionales autónomos o cooperativas de trabajo asociado. Las casas nido ofrecen una atención integral y personalizada a un máximo de cinco niños y niñas en edades comprendidas entre los tres meses y los tres años.
En esta atención, en la que estará presente una estrecha colaboración con las familias, se combinan los tiempos destinados a las rutinas del sueño, la comida o la higiene propia con otros de actividades específicas según las características de los menores, teniendo en cuenta su desarrollo integral –en el plano físico, motor, emocional, afectivo, social y cognitivo–. Este servicio es de carácter gratuito para las familias, con un máximo de ocho horas diarias.