Que se baje la persiana de cualquier negocio local es una mala noticia, pero si además el establecimiento en cuestión es un espacio abierto a la cultura, la pena es doble. La Sala Ruido, ubicada en el 223 de la calle Real de Ferrol, anunciaba este domingo en sus redes sociales que “agora si”, ponían el punto y final a su actividad.
Cumplían así finalmente con la ‘amenaza’ que lanzaron el pasado 14 de octubre, cuando anunciaron un cierre que no era tal, pero que les sirvió para dar un pequeño tirón de orejas a través de un comunicado: “A música nace nas salas da vosa vila, non nos macrofestivais de 600 euros a entrada”, escribieron.
“Botamos de menos vervos bailar e desfrutar, ver un concerto con cen persoas na sala, tomar unha birra con vós”, decían en el texto, lanzando finalmente un guante que, a juzgar por el final de la historia, parece que no lo llegaron a recoger: “Nas vosas mans está que isto siga pasando”.
Este domingo, desde su cuenta de Instagram trasladaron que, mientras duró, “foi fermoso e non, grazas a uns e a outros non”, y compartieron los mensajes de cariño que fueron recibiendo. Así, desde las bandas Mentah y Feed the Pet no ocultaron su “tristeza” ante la noticia, valorando que “otro pequeño templo cierra sus puertas”.
“No nos damos cuenta de lo que estamos perdiendo cuando no apoyamos este tipo de proyectos, porque cada vez es más difícil encontrar sitios que apuesten por la cultura de verdad, esa que no busca hacerse viral ni reducirlo todo a los ‘sold out’, pero que construye comunidad”, lamentaron.
También desde el sello discográfico ferrolano Ferror Records han querido sumarse a los mensajes de tristeza ante lo que calificaron como “un golpe duro para a escena de Ferrolterra”. Afirmando que es “unha mágoa que peche a que foi a nosa casa durante tantas noites”, agradecieron “o trato, as risas, a amizade e o apoio” del equipo que tripulaba un lugar que llegó a ser, destacaron, “un refuxio para o ‘underground’, para a vangarda, para a experimentación”.
La Sala Ruido abrió sus puertas el jueves 17 de octubre de 2019 de la mano de Nacho Grueiro, que estuvo al frente durante estos cinco años y tres meses de actividad frenética. Antes de su inauguración, ya la comandó durante los dos meses que se llamó TBA provisionalmente, mientras culminaban la reforma.
Aquella primera noche abrieron para atraer a jóvenes universitarios y al día siguiente tuvieron una jam session. El sábado 19 se hicieron los dos primeros conciertos: Hourglass y The Conspirancy. Desde entonces, fueron decenas de bandas las que pisaron el escenario de una sala que cumplió con creces el sueño de Grueiro en aquel otoño de 2019: “Ter personalidade propia, unha imaxe renovada e dinamizar culturalmente a cidade”.