Con alguna que otra nube más entrando por la boca de la ría, pero con la misma seguridad que el Domingo de Ramos, las cuatro procesiones de la Semana Santa ferrolana previstas para este miércoles pudieron discurrir con normalidad, dejando atrás las jornadas del Lunes y el Martes Santo, ambas marcadas por el mal tiempo que obligó a cancelar y a acortar recorridos.
El comienzo de los días fuertes de la Pasión, el inicio de los festivos y la ausencia de lluvia contribuyó a que las calles estuviesen repletas de gente, a sabiendas de que a partir de este jueves se espera la entrada de un frente que hace peligrar el resto del procesionario, al menos hasta el Domingo de Resurrección.
Pero ayer, Ferrol fue un hervidero. El primero de los cortejos, como siempre en Miércoles Santo, convocó al público en la capilla de la Merced, en la plaza de Amboage, para la salida de Nuestra Señora de los Cautivos. Prevenidos por el retraso que el día anterior llevó el cortejo del Cristo de la Buena Muerte, la hermandad de la calle María decidió adelantar la salida de su cabecera media hora y que la titular estuviese saliendo del templo a las siete en punto de la tarde.
Con un itinerario diferente con respecto al que completaron en años anteriores, aprovecharon su descenso por Méndez Núñez para que los dos pasos —la Cautiva (Hurtado, 2012) y el Cristo Redentor (José Rivas, 1927)— saludasen a la Virgen de Dolores para darle la bienvenida a su iglesia.
Completando el recorrido previsto, incluido el primer tramo silencioso que la Merced acotó para las personas con sensibilidad auditiva, Acotaga volvió a entonar el “Líbrame” en una recogida donde la dotación de portadores y portadoras dieron muestra de una gran destreza y en la que, por cierto, cada vez se hace más difícil encontrar un hueco por la cantidad de gente que se agolpa allí. Incluso la presentadora ferrolana Paloma Lago se dejó ver en uno de los balcones del Tirso de Molina para participar en una “petalada” a la titular.
Entremedias, el Cristo de los Navegantes volvió a “remar” por las estrecheces de Ferrol Vello. La procesión, organizada un año más por la Cofradía de la Soledad, salió de la parroquia del Socorro para adentrarse al Arsenal por la puerta del Parque en torno a las ocho y media, con el ocaso, y salir por La Cortina.
A la imagen de Enrique Carballido (1949), portada a hombros de nuevo, la recibió el chifle con honores y una muchedumbre que lo esperaba a ambos lados, marcando el camino hasta la campana. Fue allí donde se lanzó la corona a la ría, en memoria de las gentes del mar fallecidas, y la Unidad de Música del Tercio Norte entonó “La muerte no es el final” antes de un emotivo “Toque de Oración”.
El obispo de la Diócesis, Fernando García Cadiñanos, presidió la comitiva eclesiástica mientras que el Almirante jefe del Arsenal ferrolano, Gonzalo Villar, ejerció de anfitrión en la presidencia civil junto al General jefe de la Fuerza de Protección de la Armada, Manuel García Ortiz; al alcalde, José Manuel Rey Varela; el presidente de la Autoridad Portuaria, Francisco Barea; la delegada territorial de la Xunta de Galicia, Martina Aneiros, y el comisario de la Soledad, José Evia.
Puntual, a las 21.00 horas, salió por primera vez en andas desde el santuario de las Angustias la nueva imagen de María Santísima de los Desamparados (2024), una talla del imaginero sevillano Rafael Martínez Hernández que se presentó el pasado mes de marzo con presencia de su autor.
Junto a ella, precediéndola en el cortejo, otra de las contribuciones de Guerra Felipe a la Semana Santa de Ferrol: el Cristo del Perdón (1864). El acompañamiento musical corrió a cargo de Nuestra Señora del Nordés-OJE Ferrol, la Banda de Música de Oza-Cesures y la propia Banda de las Angustias.
La iglesia de Dolores está cobrando un gran protagonismo en esta Pasión ferrolana desde que se reabrió oficialmente el pasado 11 abril. Sirvió de refugio para los cofrades el Lunes Santo tras haber cancelado la procesión, celebrando en su interior un acto de rezo; pero también tiene un papel relevante en los propios cortejos, al designarse como el lugar de salida de parte de los capuchones y ayer no fue una excepción.
Los numerarios de Dolores —Piedad, Amargura, Cristo de la Misericordia, Dolorosa y el tercio titular— abandonaron en hora el interior del templo, formándose en la calle Méndez Núñez para acompañar al Cristo Yacente que Pablo Lanchares esculpió hacer ahora nueve años.
La Xove Banda de Narón fue la encargada de poner la música a una comitiva que, al igual que la de esta misma hermandad en el Domingo de Ramos, escogió de nuevo la calle Dolores para volver de retirada y poner el broche a una jornada de Miércoles Santo que, si se cumplen las previsiones, podría ser la última en la que se celebren todas las procesiones previstas.