Dignidad Galicia firmó ayer la renovación del convenio anual que maniene con el Concello de Ferrol. En el acto, Rey Varela, aprobó los 10.000 euros que recibe la entidad y que se traducen en la capacidad de actuación de la organización hacia 500 beneficiarios directos cada año.
En el programa de emergencia social, en el que se cubren las necesidades básicas de las personas en riesgo de exclusión social, hubo 420 beneficiarios directos. En los programas de alfabetización participaron más de 50 y en el “aula emprego” un total de 63.
En la actualidad la asociación cuenta con 37 trabajadores y 20 voluntarios que se encargan de los diversos programas que tienen activos –tanto en Ferrol y Narón como en el resto de Galicia, ya que tienen presencia también en Vigo y en A Coruña– y abren sus puertas a todo aquel que quiera ser uno más en el equipo.
Ellos trabajan con personas en riesgo de exclusión social y el convenio les permite, por ejemplo, “la contratación de maestros o la expedición de cheques para suplir las dificultades económicos de las familias”, explica Lula Romero, su presidenta.
“Para los migrantes tenemos un servicio de acogida, de ayudas con el empadronamiento. Una cuantía de esta partida también está destinada a pagos de suministros –alquileres, agua, gas o luz– y a un progama de alfabetización para mujeres y niños para facilitar su inclusión en la sociedad”, amplia Romero.
En este último programa –que en el 2023 atendió a 40 mujeres y 13 menores– cuentan con la colaboración de La Caixa y, como adelantan desde la asociación, el Concello se ha comprometido a impulsar económicamente esta iniciativa que es básica para la inclusión, la autonomía y la ruptura de barreras comunicativas que tienen los más pequeños.
“Hay una parte de la población que tiene un gran desconocimiento acerca de esta realidad”, prosigue la presidenta. A pesar de ello, destaca la capacidad de la ciudad naval y comenta que “Ferrol es una ciudad solidaria”. Se refiere, sobre todo, a las donaciones de ropa que les permiten mantener en funcionamiento sus tiendas.
En la comarca hay cuatro establecimientos –uno en Narón y tres en Ferrol– en los que la asociación pone a la venta las prendas donadas. Esto es una jugada doble pues, por un lado recaudan fondos para su funcionamiento y, por el otro, generan puestos de empleo.
“El trabajo dignifica a las personas”, opina Romero, pero las barreras a las que se enfrentan los migrantes en su búsqueda de empleo son abismales. “Hay quien viene muy preparado para hacer muy buenas gestiones, pero hasta que no tengan un permiso de residencia no puede entrar en el mundo laboral”.
Además del textil, tienen cabida el mobiliario, los juguetes, los libros y el menaje de hogar. En total, el pasado año, llegaron a recoger más de 400 toneladas de productos, lo que les ayudó a cubrir las necesidades básicas de los usuarios de la asociación. Desde la organización hacen un llamamiento a la ciudad y recuerdan que todo el material es bienvenido. “Somos una entidad pequeña en la que vamos trabajando en función de nuestras posibilidades”, comenta la agrupación.
Otro de los programas activos son las Casas de Familia –en Ferrol está Casa de Familia Ciudad Jardín que gestiona 8 plazas de internamiento y 4 plazas de atención de día de apoyo técnico– que son centros de atención residencial que funcionan los 365 días del año.
En la actualidad cuentan con un total de 21 menores, 19 de la propia Comunidad Autónoma, que por su situación previa están en riesgo de exclusión.
“Este año participan en el programa tres adolescentes con sus bebés, todas entre los 16 y los 17 años”, comenta Romero. Los prejuícios siguen en pie y, en contra de lo que mucha gente piensa, estos niños “son víctimas del abanono o de fallos en el sistema de acogida”, expone la asociación.
Se buscan familias voluntarias “que los saquen un domingo a comer”. Ellos necesitan “hacer familia” y para ello buscan colaboradores ya que “la atención individualizada es muy difícil de cubrir desde el centro. El tiempo que se le puede dar a uno de estos niños, que sale con una familia a solas, busca ofrecer un espacio propio que, por desgracia, no tienen”.
El sentirse único no es una posibilidad para los miembros más pequeños de la organización. Desde el grupo pretenden otorgarles autonomía, mediante sus estudios y la participación en actividades extraescolares, y buscan, además, el dinamismo que se les daría en una familia estructurada.
A pesar de que, en un primer momento, buscan que los niños vuelvan a sus familias biológicas no siempre es posible, ya que, como explica Dignidad Galicia “hay casos inviables, bien sea por problemas de salud mental o de drogodependencia dentro de las casas”. “Nosotros tenemos que paliar las necesidades de estos chicos y ayudarlos a enfrentarse con la realidad que les espera cuando salgan de los centros”, explica la asociación.