Escarapote, cabracho, faneca... el nombre es lo de menos, viven en nuestras playas y pican por igual

De los arenales de la zona es el de Doniños el que mayor incidencia de su picadura registró en los meses de junio y julio. Conoce más detalles sobre este pez
Escarapote, cabracho, faneca... el nombre es lo de menos, viven en nuestras playas y pican por igual
Una joven atendida en el playa de A Frouxeira tras sufrir una picadura |E. Cortizas

Rara es la playa de nuestras costas en la que no se registran picaduras de escarapotes. Ellos también son los protagonistas del verano, y no distinguen entre pie o piececillo o entre propios y extraños, si la suerte quiere que pises uno, es más que probable que recibas un picotazo. Como algún bañista dice, es el precio que hay que pagar por disfrutar de estas hermosas playas.


Según los datos recabados por los socorristas en los principales arenales de Ferrol y Valdoviño hay una importante diferencia en cuanto a la afectación de las diferentes playas (tal y como se observa en el mapa de la información). Así, según esos datos, donde mayor incidencia ha tenido la picadura del escarapote ha sido en la playa de Doniños, con 79 picaduras registradas. Le sigue el arenal de Esmelle, con otras 22 anotadas por los socorristas; otras 21 en Covas; 19 en Santa Comba; 16 en San Jorge, y en Ponzos y Penencia, 3 y 2, respectivamente. Los datos pueden estar claramente condicionados por la mayor presencia de gente a unos arenales u otros, siendo el de Doniños uno de los más frecuentados de este término municipal.


Falta ahora conocer los datos del mes de agosto para ver si la tendencia con respecto al número de picaduras se mantiene en estas playas. 

 

No ha sido posible consultar los datos de picaduras de las del municipio de Ares, donde se encuentra el arenal de Chanteiro, en el que es común que gran parte de sus bañistas porten escarpines ante el temor de recibir una picadura de escarapote o faneca, algo más que habitual en sus aguas, llegando a producirse en una sola jornada más de una veintena de picaduras. Tal es la fama de la playa que la mayoría de las reseñas sobre la misma destacan a partes iguales la gran belleza del arenal, una cala recogida con aguas cristalinas y de un color verde turquesa intenso y la presencia de peces que “pican mucho” ocultos en la arena. Recomendando a los bañistas portar escarpines u otro tipo de calzado apto para el baño, para no toparse “con unos extraños peces con tres pinchos que te introducen veneno”, como indican algunos.
En el mapa se incluyen también los arenales de Valdoviño  y no se hace mención a las playas de la ría por ser escasa la presencia de estos peces en sus aguas. En el caso concreto del municipio valdoviñés, según los datos recabados por los socorristas la playa con mayor número de picaduras en el mes de julio –en junio no había servicio– ha sido la de Pantín, con 32 sucesos registrados. Le siguen, por este orden, A Frouxeira (28); Meirás (17); O Baleo (10) y Vilarrube (3).


 

Otros peces que pican
 

Aunque la fama la lleva el escarapote, lo cierto es que en estas playas las picaduras pueden proceder de otras especies con comportamiento similar, es decir, peces que se oculta en la arena ya sea en la orilla o cerca de las rocas. Así, fanecas (los ejemplares más jóvenes son los que viven en entornos arenosos), cabrachos, lorchos, escachos o rubios, escachos cremallera o aretes, el escarpón y hasta la raya podrían perfectamente hacernos pasar un mal momento en las playas de la zona. Es prácticamente imposible distinguir entre unos y otros y es habitual que el escarapote se lleve toda la fama. Cabe precisar que este pez es algo más pequeño que el cabracho y presenta un color grisáceo o parduzco –el color también tiene que ver con el lugar en el que se encuentren ya que se camuflan con el entorno–. Todas las especies citadas son comestibles, aunque algunas tienen menor valor gastronómico que otras. En el caso de cabracho es el perfecto sustituto en Galicia de la langosta, muy utilizado en salpicón, pues su sabor a marisco es muy apreciado pero también como base principal del típico pastel de cabracho. El inconveniente que tienen estos tipos de pescado son, precisamente, sus espinas, numerosas y duras, esas que elevan si se asustan cuando los pisan pudiendo clavarlas fácilmente en un dedo del pie, inoculando un veneno que utilizan para defenderse.


La Consellería do Mar, en su portal Pesca de Rías define al escarapote como una especie de cabeza grande fuertemente armada de espinas. De color pardusco o pardo verdoso oscuro, y en ocasiones con tintes rojizos. Puede llegar hasta los 25 centímetros, aunque comúnmente mide alrededor de 15 cm. Se trata de una especie bentónica y litoral. De costumbres solitarias, se encuentra en fondos rocosos o cubiertos de algas poco profundos, hasta los 800 metros de profundidad. Se alimenta de pequeños peces, crustáceos y otros invertebrados. Se captura con trasmallos y palangre de fondo.

 

Escarapote de pintas (1)
Ilustración del portal Pesca de Rías de la Consellería do Mar de un escarapote de pintas  

 


Testimonios
 

Carmen Vergara, de Cedeira, recuerda su primera picadura. “En mi caso el dolor fue muy fuerte, la sensación era que me había golpeado con alguna piedra afilada, pero allí no había piedra alguna... Al rato el dolor del “golpe” en lugar de disiparse fue a más, junto con una especie de comezón. Fue entonces cuando decidí ir la caseta de los socorristas y me dijeron que seguramente había sido la picadura de una raya, ya que más que picadura tenía como un pequeño corte en el dedo gordo del pie que sangraba. En definitiva no sé que me picó pero todavía hoy recuerdo aquel dolor y el desasosiego que me produjo”, indica. 

 

Por su parte, Miguel Fernández, que lleva años practicando surf asiduamente recuerda que las picaduras están al orden del día, sin embargo, a él no le había picado ningún escarapote hasta este verano. 

“Noté un pinchazo, pensé que era una piedrecita o algo así, pero el dolor se hizo muy intenso, enseguida me di cuenta de lo que podía ser”.

 

 El como tantos otros fue a junto de los socorristas que le aplicaron agua caliente y en solo unos minutos estaba recuperado. “Al día siguiente llevé escarpines y listo”, afirma. 

 

Lúa B. F., es una pequeña de  ocho años que este verano empezó a tomar clases de surf. 

 

“Al salir del agua nos fuimos a jugar un rato a un lateral de la playa de Santa Comba, que había una balsa de agua muy chula cerca de las rocas, y noté un pinchazo fuerte en mi dedo y empecé a tener dolor, me asusté un poco pero al fina no fue para tanto, un rato con el pie dentro del agua caliente y se me pasó”. Como tantos otros surfistas, asegura que desde aquel día va siempre con escarpines. Eloy Rey es otro joven surfista, asegura que donde más le han picado ha sido en Esmelle, “ya perdí la cuenta de las veces que me han picado, pero yo no soporto los escarpines”, dice.


 

 

 

El escarapote y la calidad de los suelos

 

La presencia del escarapote y especies similares que  se agazapan en la arena depende sobre todo de la calidad de esos suelos arenosos y la riqueza que posean. Cabe citar que de mayo a agosto es la época de reproducción de la familia de los cabrachos, escarapotes o peces cabra, de ahí que su actividad pueda ser más importante. Sus picaduras son pasivas, ya que no es intencionada, es una simple reacción a un contacto que no esperaban. Según un estudio realizado en playas de la provincia de Pontevedra el hecho de que en unas playas, o en parte de ellas, se produzcan más picaduras que en otras depende en parte de esos nutrientes que buscan, esos pequeños sedimentos y moluscos de los que se alimentan que se pueden hallar en zonas concretas de los arenales. Al bajar la marea es cuando más picaduras se producen al aproximarse los bañistas a su hábitat.

 

 

Ni amoniaco, ni orina, lo mejor para el dolor, agua caliente

 

La picadura de un escarapote o similiar se trata hoy de forma muy diferente a cómo se hacía años atrás. Así, lo que se hace hoy en día es sumergir en agua caliente la zona en la que se ha producido la picadura, habitualmente el pie. Esto se hace porque el veneno de estas especies es una proteína termolábil, es decir, sensible al calor. En la actualidad el personal que atiende las casetas de socorrismo dispone de un pequeño utensilio que les permite hervir agua e ir depositándola en un recipiente en el que se introduce el pie y se mantiene caliente durante unos minutos hasta que el dolor va disminuyendo. Lo habitual es ir rellenando con agua caliente y mantener una temperatura elevada de forma constante. Hay muchos mitos en torno al cuidado de estas picaduras pero lo de orinar encima era algo común entre los surfistas. No obstante, con los años el tratamiento ha evolucionado, ya que antiguamente se llegaba a hacer una pequeña incisión en la zona de la herida para que el veneno saliera, tras esto llegaron otros remedios como aportar amoniaco para cambiar el PH y hoy se sabe que el agua caliente calma el dolor, o enterrar el pie en la arena o sobre el asfalto si la temperatura es elevada.

 

 

Cerca de las rocas y en la orilla es el lugar habitual en el que uno puede contactar con estos pececillos tan poco amigables. No obstante, la creencia popular dice que si arrastras los pies en la orilla en lugar de caminar es fácil evitar su picadura y son muchos los socorristas o surfistas que así lo hacen, si funciona o no ya es otra historia. 

 

Escarapote, cabracho, faneca... el nombre es lo de menos, viven en nuestras playas y pican por igual

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