Mañana hay un cumpleaños más que especial en la ciudad. Está ligado a la música, los acordes y los ritmos que, sin entender de procedencias, estilos y gustos, se han sucedido durante más de un lustro por el escenario de La Room.
Los seis años que avalan a esta sala no son más que la consecución de un trabajo bien hecho por parte de quienes están al frente, Maximino López, Pablo Occy y Vanesa Martín. Antes de este espacio, ya hubo otros bajo una gerencia que apostó por la calidad y la calidez, cuestiones que no solo se ven si uno se pasa a disfrutar de estas noches, actividad más recomendable para todos aquellos que aman el directo, sino que también en lo que los artistas que tantas veces han pisado sus tablas tienen que decir.
El aniversario se celebrará por toda lo alto, desde las 00.00 horas y con entrada gratuita, en la que no faltarán los “artistas amigos y amigas de La Room”, para “tocar o que eles queiran” y que prometen poner a bailar a todo el que esté presente. Es más, este sábado está reservado para el disfrute y poner en alza la “Cultura de Bar”.
Mientras que todo aquel que quiera y pueda tiene la posibilidad de ser público, el enfoque que hay sobre las tablas puede ser diferente. En esta sala se han sucedido artistas tanto nacionales como internacionales, y los de la comarca son los primeros que disfrutan tanto detrás de los focos como de otros músicos.
“A veces te da rabia irte a tocar fuera porque sabes que esa noche va a haber alguien que te interesa”, asume Tony Torres, de Malditos Pendejos. El grupo, más que consagrado en la zona, ya ha estado varias veces en la sala y es más, atesoran uno de sus conciertos más queridos entre las paredes del local ferrolano. En esta ocasión, no solo estaba la banda, sino que les acompañaron en el escenario, entre otros, el miembro de M-Clan, Santi Campillo.
Pero no solo eso, los artistas coinciden en la gran oportunidad que supone que sigan existiendo locales como este que permiten descubrir otros acordes que “no conoces y acaban siendo las mejores actuaciones”. Asimismo, como explica la artista Bea García –que se estrenó en este espacio con un espectáculo de cabaret–, otra vieja conocida de las tablas de La Room, te permite disfrutar de “leyendas”, como en su caso fue el concierto de Willy Buck, un decano del blues; “e seguro que hai moitos máis, a oferta é marabillosa”. Y es que aquí coinciden todos, en valorar el papel de la dirección del espacio que “tienen un oído soberbio”.
Entre los que han pasado por las instalaciones también hay otros que llevan en el mundo de la música desde que nacieron, pero, asimismo, hay quien conoce los entresijos de la logística que hay detrás de estas sesiones. Este es el caso de Maikel Rodeiro, de Sintrom ni Son, pero también uno de los padres del Fenerrock.
Él sabe el arduo trabajo que se esconde entre las bambalinas y, por eso, no duda a la hora de poner en valor el trabajo que La Room lleva a cabo día tras día. “Son unos valientes, porque solo cuatro gatos siguen apostando por la música local en directo, cuando saben que este estilo de espacios están cayendo en desuso”, explica Rodeiro.
Esta es una cuestión que comparte el gremio. La desaparición de las salas de música y la masificación de los grandes festivales hace que “la gente participe menos en la música en directo”.
Asimismo, tiene claro que estos “macro festivales” hacen que el trabajo sea cada vez más difícil. Los conciertos son más cortos, si los grupos no son conocidos los oyentes tienden a dispersarse más y, a fin de cuentas, “quedan cuatro valientes” que apuesten por la “música como se hizo toda la vida”, exponen los músicos.
Es más, Pablo Leira, artista en solitario, matiza que los espacios más pequeños consiguen crear “ambientes íntimos” y que, a su vez, funcionan como una “red” que “permite coñecer artistas que están na túa situación”, o, simplemente, disfrutarlos.
Y es que todos ellos se acuerdan de cual fue su concierto favorito en el espacio de la calle del Sol. Coke, de Nuevo Plan, recuerda aquel regalo que fue poder ver al gran Pancho Varona tocando en casa, en una sesión vermú de un domingo, en un escenario que ya les ha acogido a ellos más de una vez.
Estos músicos, ademas de estar encima del escenario, también se escabullen entre el público “cada vez que podemos”, comenta Malditos Pendejos pero no siempre es posible, ya que sus aficiones coinciden con sus horarios de trabajo.
Es más, este también es el caso de Nuevo Plan, que hace más de 60 conciertos al año pero, dándole cabida al refranero popular “sarna con gusto no pica”, y es por ello que tienen claro que continuarán, siempre que se pueda, al mismo ritmo. “Sen paixón non hai nada e temos as mismas ganas que o primeiro día”, exponen, además de asumir, entre risas, que “coa nosa idade xestionamos os conflictos doutra forma”.
En esto coinciden con Malditos Pendejos, un grupo que tiene la suerte de poder decir que “nos dedicamos plenamente a la música” y, además, la agrupación asevera que “nosotros ni somos artistas ni especiales, tenemos el honor de poder subirnos a un escenario. Somos amantes de lo que hacemos”.
Quizá esa sea la clave, puesto que muchos apuestan por dedicarse a un mundo aún sabiendo que, dificilmente, podrán vivir de ello. “Os alugueres de salas noutras cidades son moi elevados para moitos de nós. Non só hai que facer fronte a este gasto, se non que hai unha inversión en desprazamento, músicos e materiais”. Los costes son más de los que se puede plantear a simple vista y no todo el mundo es quién de hacerles frente. En este aspecto, una voz crítica como la de Leira hace un reconocimiento más que importante a La Room, y es que este espacio permite que los artistas locales se suban a un escenario sin coste alguno. Fuera de la urbe naval, sin embargo, no tienen esta posibilidad.
Hay quien se estrenó en estas tablas y quien ya lleva varias actuaciones, pero todos coinciden, como bien lo explicó Leira, en que “a música en directo é moi importante para os músicos”.
Como se puede apreciar, esta sala solo entiende de un gusto: el bueno. No es una opinión única, sino que un gran número de artistas valoran desde la elección de los grupos que están encima de las tablas –tanto conocidos como desconocidos– como otros secretos que, aunque medianamente sabidos, se quedan entre las bambalinas, los focos y la barra de un bar.
“Ferrol tiene un arte increible”, sentencia Torres de manera implacable, aunque consciente de que “el público cada vez es más reducido”, a lo que sus compañeros asienten.
No es lo mismo “amar la música” que apreciarla y, posiblemente, el común de los mortales no puedan llegar a sentir lo que un artista. Quizá esta premisa también sea equivocada y, en realidad lo que sucede es que no se le esté haciendo demasiado caso. Después de seis años, los de La Room seguirán peleando tanto por la música como por los artistas locales e internacionales y, así, por la ciudad.
Como si de un cuento se tratara, y poniendo en relevancia una característica inherente al arte como es la magia, la sala ferrolana La Room abrirá sus puertas mañana sábado a medianoche, prometiendo, de nuevo, una jornada que no dejará a nadie indiferente y, apostando una vez más, por un colectivo que quiere hacerse oír.