Cofradía de las Angustias (Ferrol): La juventud empuja el renacer de la hermandad de Esteiro sin buscar protagonismo

El Grupo Joven es uno de los más activos de la Pasión ferrolana y lleva a cabo un sinfín de iniciativas a lo largo de todo el año
Cofradía de las Angustias (Ferrol): La juventud empuja el renacer de la hermandad de Esteiro sin buscar protagonismo
Mar, Raúl, Susana, Fátima y Claudia dentro del “búnker” de la Angustia | DANIEL ALEXANDRE

Uno de los mayores activos de la Semana Santa de Ferrol es la gente joven. Lo ha dicho siempre el presidente de la Junta de Cofradías, César Carreño, al observar que mientras otras tradiciones luchaban por sobrevivir ante la falta de relevo, las procesiones ferrolanas estaban garantizadas gracias a las nuevas generaciones que llegaron empujando y reclamando su sitio. 


El Grupo Joven de la Cofradía de las Angustias se ha convertido en un referente en los últimos años, logrando hacerse hueco en una hermandad, la de Esteiro, integrada por 400 miembros, de los que más o menos la mitad toman parte en los cortejos procesionales. Junto a ellos entramos en el famoso “búnker” contiguo al santuario, el subterráneo donde a estas alturas todo es ajetreo.


“Ellos son los importantes”, dice con modestia Mar, la costurera de la entidad a la que, admite, el estrés de estos días previos le da la motivación suficiente para trabajar mejor. Su hijo, Raúl Santamarina, a sus 14 años es uno de los cofrades más involucrados desde que entró después de hacer la Comunión. Ahora, confiesa, “cuando llego a clase por la mañana, ya estoy pensando en que llegue la hora salir para poder venir”.

 

 

Junto a él están Susana Cano, Fátima Rúa, Claudia Grande y Manuel Lagoa, todos ellos “de Esteiro de toda la vida” y vinculados a la cofradía desde que tenían pocos años por “tradición familiar”. Así, la devoción por la Virgen de las Angustias les llegó de sus abuelas y sus madres, y ellos la han sabido cultivar y transformar en el trabajo esencial que desarrollan a diario.


“Solo falta que nos pongan un colchón, nos podemos empadronar aquí”, bromea Manuel para ejemplificar hasta qué punto dedican su tiempo libre a prepararlo todo. “Estos días, en mi cabeza todo gira en torno a esto, pero con gusto”, reitera, mientras Claudia destaca que “cuando no estamos aquí juntos, planificamos por WhatsApp”. Sus amigos, dicen, ya saben que no pueden contar con ellos, “pero vienen a vernos incluso sin gustarles demasiado o sin ser creyentes porque saben lo importante que es para nosotros”.

 

Un paso adelante


Pero, exactamente, ¿qué es lo que hacen durante estos días previos? Preparan y reparten los hábitos, elaboran y venden el “merchandising”, organizan los enseres para distribuirlos entre los cofrades durante el cortejo, limpian, montan... Vamos, que son multitarea.


“Empezamos a involucrarnos un poco más desde la pandemia, cuando llegamos a creer que nunca más podríamos celebrar las procesiones”, recuerdan, valorando que su idea inicial fue “rejuvenecer y revivir esto un poco”. Ellos se conocían desde pequeños y fueron conscientes de que era el momento de dar un paso adelante y “venir más a menudo a organizar, crear cosas y levantar un poco esto”.

 

 

Así, entre múltiples actividades que organizan a lo largo del año —desde talleres a la preparación del belén—, uno de sus méritos ha sido portar el único trono de las Angustias que está yendo a hombros: el de la Caridad y el Silencio, un avance fundamental que se repetirá este 2025 por tercer año consecutivo. “Ahora ya somos los 18 de la cofradía, pero tenemos que agradecer a portadores de la Merced y la Soledad que nos ayudaron en años anteriores”, valoran.


De hecho, ponen sobre la mesa la buena sintonía que hay entre ellos y otras secciones juveniles del resto de las hermandades de Ferrol: “Se trata de colaborar entre todos y sumar esfuerzos por la Semana Santa, que creo que se está consiguiendo”, aseguran.

 

Que no llueva


Son muchos los momentos que atesoran y también los instantes que llevan un año (o más) esperando, pero todos están de acuerdo en que pararían el tiempo en la salida de la patrona de Esteiro, la Virgen de las Angustias. “Cuando empieza a sonar la banda del Tercio, como que te entra una sensación por dentro...”, confiesa Manuel, mientras que Susana incide en que es importante “verla en la calle y pensar que ya salió”.


Y es que no todo el mundo se hace una idea de lo que cuesta poner las procesiones en la calle, pero estos jóvenes sí lo saben. Por eso, a sabiendas de que la Angustia tuvo muy mala suerte con el tiempo el año pasado, esperan poder salir en su día grande, el Jueves Santo, pero no a toda costa. “Si llueve, no se debería salir. Tenemos que aprender de los errores”, dice Fátima, la más veterana, que recuerda cómo, cuando era pequeña, se salía hasta con aguacero.

 

 

“Recuerdo que había que llegar, ponerlo todo en radiadores, secar hábitos, los niños pequeños con frío... Y, por supuesto, las imágenes, los pasos y los mantos se deterioran y tardan mucho en secar”, enumera, insistiendo en que “el patrimonio tenemos que cuidarlo y eso le afecta”.


Hermandad


Otra de las cuestiones que valoran de formar parte de la hermandad de Esteiro es la apuesta por la labor social del Sábado Santo, un día especialmente intenso que empieza para ellos a las nueve de la mañana, “con todo el cansancio de la semana acumulado”, y se alarga hasta el final de la procesión, cuando llegan con la Caridad de regreso a casa. 


“Para mí es muy especial porque ya desde pequeñita, antes de ser cofrade, venía con mi abuela y mi madre a dar la limosna al santuario”, dice Fátima, que es este año tampoco podrá salir, y ya van tres, por motivos de salud. “Lo llevo fatal, es frustrante; pero estando aquí, veo el ambiente y, aunque no ayudo lo que me gustaría, hago lo que puedo”, lamenta, al tiempo que sus compañeros la animan recordándole por qué también es muy necesaria allí, con ellos. Y quizás, eso más que otra cosa, es la hermandad

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