El teatro Jofre da la bienvenida esta tarde de viernes, a las 20.30 horas, a la compañía de danza Mari Paula, que propone la tercera parte de un conjunto de piezas de marcado carácter crítico. Esta propuesta, “Fronterizas”, presenta un formato interdisciplinar en el que la coreógrafa brasileña, afincada en Cantabria, mira hacia dentro.
La responsable de la compañía fue reconocida con el Premio Nacional Funarte Klauss Vianna de Danza y en el ámbito de la creación trabajó con numerosos artistas internacionales, además de presidir dos asociaciones profesionales de nivel autonómico y nacional.
“Al final mis piezas siempre hablan sobre cosas que no termino de entender en la propia vida”, relata Mari Paula, que como mujer migrante llama a su creación la trilogía del desarraigo. En un inicio, la autora busca respuestas sobre el proceso de traslado, pero luego “una entiende que cuando te vas de casa, tu casa pasa a ser tu propio cuerpo”, declara. Es decir, la obra parte de la sensación de ser ajena en los dos territorios y “asumo la idea de ser fronteriza y no estar ni en un lugar ni en otro”, continúa.
En cuanto a la parte creativa, toman gran protagonismo los otros integrantes de la compañía. En esta ocasión, Nuria Enrique se ocupa de la iluminación y del sonido Jaime Peña, con los que trabajó “de forma totalmente horizontal”, detalla la artista. En relación con el tema central de las fronteras, “el cuerpo en escena tiene el mismo peso que el sonido y las luces”, hasta el punto de que “hay momentos en los que yo ni estoy en escena y está la luz bailando el sonido”, indica Mari Paula. “Es una fiesta súper visceral con elementos y ritmos brasileños, al mismo tiempo que contemporáneos”, adelanta.
El proceso que terminó por dar a luz “Fronterizas” nace de una investigación que empezó en 2017, con la primera pieza de la trilogía, “Retrópica”, que fue premiado a nivel nacional en Brasil. Esta obra fue realizada “desde el primer momento de migración entre Brasil y España”, declara la autora, que en su país de origen se desarrolló como intérprete, mientras que en este comenzó su trayectoria como creadora.
En aquellos inicios, “me inspiraba en un movimiento modernista brasileño de los años 1920”, indica Mari Paula, que explica que esta corriente se basa en la antropofagia cultural. El primer término describe el hecho de alimentarse de carne humana, por lo que “este grupo de artistas decían que iban a comer la cultura”, expone la bailarina, puesto que “querían hacer un arte brasileño, no importado de Europa”, continúa, aunque fueron conscientes de las inevitables influencias que llegaron del otro lado del charco.
Así pues, estos modernistas “miran a los aborígenes precoloniales que comían la carne del enemigo, pero no cualquiera”, señala Mari Paula, ya que se nutrían de un contrincante “que merecía la pena”, “porque no era para alimentarse por hambre, sino para adquirir conocimiento”, manifiesta. En definitiva, con esta metáfora, el movimiento hace la digestión, admitiendo la influencia, y devolviendo un tipo de arte propio de Brasil.
Después de trabajar con esteconcepto, en 2019 sacó “Devórate”, una pieza en la que pasa de la antropofagia cultural a la de los propios cuerpos. En este caso, la idea se relaciona con la ecología, ya que en la propuesta denuncia los desechos plásticos que existen en el Pacífico como consecuencia del consumismo.