Hace poco más de un mes, el pasado 11 de julio, el Concello de Ferrol confirmó que los tilos de la plaza de Armas, al igual que los perales de flor del Cruceiro de Canido, sufrían una plaga de pulgón (Eucallipterus tiliae). Fue en el mandato anterior cuando estos árboles, todo un emblema de la reforma del céntrico espacio, comenzaron a presentar un aspecto desmejorado, apagándose la tonalidad de sus hojas y en algunos casos perdiendo frondosidad.
Ante esta coyuntura, el Consistorio solicitó un estudio sobre el estado de los tilos, que confirmó un fallo en el diseño de su sustrato, que era tan compacto que impedía la filtración del agua y los nutrientes, haciendo que estuviesen “estresados”. La solución, cuya ejecución heredó el actual gobierno local, pasaba por la construcción de alcorques alrededor de aquellas unidades situadas sobre tierra –varios de ellos se encuentran en la zona de piedra a los lados del palacio consistorial–, así como la sustitución del firme por otro más adecuado para su crecimiento.
Sin embargo, escasas semanas antes de iniciar esta intervención, se constató esta nueva plaga, obligando al Concello a buscar una nueva solución para evitar la eventual muerte de estos ejemplares. De este modo, si bien el uso de insecticida es el método más común para acabar con los pulgones –además de un lavado de los árboles con un agente especial para eliminar la melaza que producen los áfidos–, en esta ocasión se ha optado por una técnica más sostenible y potencialmente duradera: el uso de otros insectos.
Las mariquitas de dos puntos (Adalia bipunctata) y las crisopas (Chrysoperla carnea), ambas especies depredadoras de los pulgones, han sido las elegidas para terminar con esta plaga. Para ello, el pasado día 27 técnicos municipales procedieron a colocar en la copa de cada uno de los tilos y los perales de Canido sendas cajas con larvas de estos insectos. La idea, apuntó el gobierno local, es que estas criaturas no solo acaben con la infestación, sino que además, gracias al follaje de los árboles y a las plantas recién colocadas a los pies de los tilos, estas se integren en el ecosistema de la plaza, evitando tener que liberar nuevas unidades cada año.
Estas especies, asimismo, ayudarán “a reforzar las estructuras vegetales y a hacer una gestión más ecológica” del entorno, de cara a “conseguir un hábitat de calidad que favorezca el desarrollo de los procesos naturales y la salud de nuestra ciudad”, detalló el Consistorio.
La del pulgón no es la única plaga que afecta a los árboles de Ferrol. Tras detectarse casos en Pontedeume, el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), un coleóptero de la familia de los gorgojos, invadió a finales del año pasado –concretamente en el mes de noviembre– sobre una veintena de palmeras de la ciudad naval.
Desde entonces y para evitar, como sucedió en la villa eumesa, el tener que apear estos emblemáticos ejemplares, el Concello sometió a las palmeras a sesiones periódicas de “duchas” de insecticida en las coronas y, en doce unidades –cuatro de ellas en la plaza de Amboage–, cirugías de yema. El último de estos tratamientos, como detalló ayer el gobierno local, tuvo lugar los pasados días 19 y 20 con la aplicación de una disolución del 20% de acetamiprid en las copas de las palmeras afectadas. De este modo, entre finales del presente mes de agosto y principios de septiembre se comprobarán los resultados de esta intervención, estando programada una segunda en octubre, donde también se realizará endoterapia.