“Los amigos de ellos dos” es la obra que inaugura el año teatral en el Jofre. Protagonizada por dos actores plenamente consagrados como Malena Alterio y David Lorente, esta comedia que reflexiona sobre los afectos y la percepción de los demás está escrita por Daniel Veronese (que también la dirige) y Matías del Federico y producida por ProduccionesOFF y Vania. En esta parte del trabajo está la actriz coruñesa Mónica Regueiro, especialista en generar proyectos y formar equipos para presentar trabajos como este, que se presenta mañana domingo a las 19.00 horas en la que será la última fecha en Galicia.
¿Qué va a encontrar el espectador en “Los amigos de ellos dos”?
Lo primero que se va a encontrar es a dos pedazo de actores haciendo un “tour de force”, un mano a mano entre Malena Alterio y David Lorente, que siempre es un gusto ver, que son dos animales escénicos y que tenían muchas ganas de trabajar juntos. Además, se estrenan con un texto maravilloso de Daniel Veronese, que es también el director, y Matías del Federico. Daniel llevaba mucho tiempo sin hacer comedia y puedo adelantar que el público se va a echar unas buenas risas, porque es una comedia con toques de humor negro, con muchas pinceladas de surrealismo también y con un final inesperado. Por lo tanto, la función es como pegarse un viaje disfrutón desde la butaca.
¿Percibe que, a raíz de la pandemia, el espectador tiene más ganas de reírse, de disfrutar de los momentos de ocio?
Creo que siempre es importante ver algo, sea lo que sea, que esté bien hecho: una comedia, un drama, un thriller... Pero es verdad que desde la pandemia la tendencia es intentar desconectar un poco cuando uno va a hacer una actividad de ocio, y una de las mejores maneras de hacerlo es la risa. Sí es cierto que el público valora bastante la comedia y así se está notando también en la carrera de premios. Queremos pasar un rato agradable y desconectar de la fría realidad, del entorno hostil que nos rodea, que es entre triste, terrorífico y agobiante.
La obra es un mano a mano entre Malena Alterio y David Lorente, dos animales escénicos que tenían muchas ganas de trabajar juntos. Y esta es la primera vez
Como actriz y productora, ¿cómo está viviendo esa tendencia de suspender y cancelar espectáculos por motivos políticos e ideológicos?
Pasa en todo y es terrorífico. Estamos retrocediendo brutalmente en muchos aspectos y uno de ellos es que la censura se instaura de tal manera que casi ni protestamos ni nos llama la atención ni nos parece peligroso. A mí me parece peligrosísimo porque ya no es la censura exterior, que también, es que pasamos a la autocensura, que es todavía más peligrosa: intentar ser políticamente correctos todo el rato, no herir sensibilidades, nos callamos muchas cosas antes de expresar una opinión por el miedo a la cancelación, por el miedo a que te avasallen en redes... Porque esa es otra: las redes en muchos aspectos flaco favor le están haciendo a la cultura y a la libertad de expresión en general.
¿Qué tiene de especial el teatro que no tengan otros medios?
El teatro es mi vida porque, además de estar sobre las tablas, muchas veces estoy al otro lado, generando proyectos en la parte de producción, donde he encontrado una faceta que me satisface muchísimo como es la de crear de la nada un proyecto y contribuir a que se materialice. Esa es una parte muy enriquecedora y creo que es algo casi mágico: imaginarte algo y poder materializarlo. Yo no me veo dirigiendo ni mucho menos escribiendo, así que mi faceta de creadora consiste en unir esfuerzos, formar equipos e idear el proyecto que me gustaría ver como espectadora. Para mí, el teatro tiene una magia especial, aunque con la productora ya haya hecho cine y otros espectáculos. En teatro, lo que uno ve como espectador ese día es irrepetible. Por mucho que la función se lleve a otros escenarios, el público, el compañero, una misma viven en ese momento algo único siempre. También es especial ver la respuesta del público de forma inmediata, y eso no sucede ni en la televisión ni en el cine. Es verdad que son medios complementarios y que lo ideal es poder trabajar en todos, porque cada uno tiene sus particularidades y sus cosas buenas y no tan buenas, pero el teatro tiene esa magia de conexión, es casi como una liturgia: solo sucede en ese momento y con esa gente que está ahí. Es irrepetible y ese es el poder que tiene el escenario.