La bailarina Myriam Doce (Ferrol, 1999) ha cumplido el sueño de no pocos compañeros de profesión: subirse al escenario junto a un artista internacional como Maluma delante de más de 40.000 personas. Sin embargo, esta joven que creció en Ultramar y vive en Barcelona desde hace unos años, solo despega sus pies del suelo si lo exige la coreografía, teniendo claro que para conseguir su sueño y vivir del baile tendrá que seguir esforzándose y cuidándose mucho.
¿A qué edad tuvo su primer contacto con el baile?
Bailo desde siempre. Mi madre hacía gimnasia rítmica y cuando me tuvo todavía daba cursos de algunas cosas, así que estuve inconscientemente vinculada a este mundo desde pequeña. Mis primeras clases fueron con 3 años en Ferrol y a los 15 o 16 me fui a A Coruña, a la Artestudio, donde estuve cuatro años. Además, también me fui moviendo y me apuntaba a formaciones por toda Galicia y España.
Durante la pandemia decidió hacer las maletas, pero ¿cuándo supo que el baile podría convertirse en su profesión?
Cuando me fui a Barcelona mi plan era irme un par de años a hacer un curso y volver al terminar. Siempre supe que quería vivir de esto, pero lo enfocaba más al nivel de enseñar, no tanto a bailar como tal. Supongo que me daba miedo o no me veía capaz; sin embargo, allí me di cuenta de que era viable porque justo al llegar me salieron un par de oportunidades en las que vi que ganaba dinero. Ese fue mi despertar.
¿Fue fácil de asimilar para los suyos su decisión?
Nunca he tenido que tener esa conversación en mi casa porque desde pequeña siempre he dicho que yo me iba a dedicar a bailar. No fui la típica niña que dice que quiere ser veterinaria o médico, sabían que esas bases estaban sentadas. Por lo tanto, creo que fue fácil. Mi madre es la persona que más me ha apoyado en el mundo, siempre me ha ayudado. De hecho, si no fuese por ella, quizá a día de hoy no estaría bailando porque hubo una temporada de mi vida donde quise dejar de bailar y fue ella la que me impulsó, casi me obligó, a seguir bailando. Y gracias a Dios que lo hizo porque sin ella no habría conseguido ni la mitad de cosas.
¿Pensó en tirar la toalla?
Un montón de veces porque es uno de los pensamientos intrusivos que podemos tener a lo largo del día. Para mí existe cuando estoy un poco más baja de ánimo o pienso que no voy a encontrar más trabajo o que está tardando mucho en llegar. Entonces, obviamente, sí piensas en “¿y si me dedico a otra cosa más fácil?”; pero luego, realmente, no es lo que quieres, y razonas que no es algo real, sino una idea fruto de la imaginación.
En 2023 trabajó con Luis Fonsi, en 2024 bailó por primera vez con Maluma y este mes participó en dos de los conciertos más grandes de su gira... ¿Se acerca esto a lo que la Myriam niña soñó?
Bailar junto a Maluma en dos estadios, uno en Medellín y otro en Bogotá, sí se acerca clarísimamente a lo que quería de niña. Básicamente, porque siempre supe que yo quería esto y servía para esto y, sobre todo, porque lo que yo siento cuando estoy en el escenario sé que es algo real. O sea, sé que no es un pasatiempo, sé que es mi destino. Cuando estoy ahí siento que estoy donde tengo que estar. Me rodearía de experiencias así todos los días de mi vida, ha sido increíble. He aprendido muchísimo y estoy superorgullosa de haber podido hacer y vivir esto.
¿Cómo es participar en un espectáculo como el Maluma Tour?
Trabajar con Maluma es espectacular, creo que es el mejor trabajo que he hecho en mi vida. Realmente es una gran producción, así que subirte a ese escenario es increíble: ver lo lleno que está, el público, escuchar los gritos... Se te pone la piel de gallina de estar ahí subida. El viento te da en la cara y miras al frente y no ves el final, no eres capaz de diferenciar la cantidad de gente que hay porque es todo lo que ves. Es impresionante.
Además de esta gran experiencia, ¿tiene ya más proyectos en el horizonte?
Tengo cosas por ahí, trabajitos que voy a hacer ahora, pero no puedo adelantar nada.
Podría pensarse que ha tenido “suerte”, pero imaginamos que lo que hay detrás es muchísimo trabajo...
A lo mejor, en algún momento, tuve la suerte de estar donde tenía que estar, pero en esto no hay suerte que valga si no hay también muchísimo sacrificio.
¿Hasta qué punto es importante mantenerse a salvo de lesiones, cuidar la alimentación...?
Te diría que es lo más importante, sobre todo cuando empiezas a crecer. Ahora parece una tontería porque soy joven, pero cuando cumplí los 25 note un montón que mi cuerpo necesitaba muchísimos más cuidados que antes. En este mundo se nota un montón el machaque previo que ya llevas a la espalda. Entonces, es superimportante cuidarse, ir al fisioterapeuta lo más a menudo posible, atender bien los dolores, darle al cuerpo el descanso que te pide cuando te lo pide y no esperar. Y, sobre todo, comer bien, tener mucha energía para que el cuerpo esté fuerte y sano.
¿Le quedan sueños por cumplir?
En la cabeza de un bailarín siempre hay algo más a por lo que se puede ir, eso es lo que me gusta de mi trabajo; pero creo que un sueño sería bailar con Lady Gaga o con Rihanna. Sin embargo, pienso más a corto plazo y mi sueño realmente es vivir siempre de esto y ya está. Vivir feliz, ese es realmente mi sueño.
¿Vendrá pronto de visita a Ferrol?
Intento ir a visitar a mi familia lo máximo que puedo, lo que pasa es que normalmente, por trabajo, no puedo ir todo lo que me gustaría. En Semana Santa iba a volar y al final no pude. Pero sí, de aquí a un par de semanas quiero estar por ahí y poder disfrutar.
¿Qué es lo que más echa de menos, además de la gente a la que quiere, de Ferrol?
Lo que más echo de menos es la tranquilidad, el poder ir por la calle y no escuchar demasiado ruido. Las playas, comer... Estar ahí, respirar ese aire, es lo que más echo de menos.
Sabe que aquí siempre hubo mucha afición a la danza, pero quizás en los últimos años se ha multiplicado... ¿Le gustaría mandarle un mensaje a las niñas y niños que ven en usted un referente?
A los niños que se dedican a bailar o que se quieren dedicar a bailar, que están ahí en Ferrol o en cualquier parte donde no haya demasiadas salidas laborales, les diría que no pierdan la esperanza. Que siempre hay un hueco para ellos y ellas, y que solamente tienen que arriesgar y no tener miedo. No tener miedo a probar, a irse, a volver, a lo que sea. Que arriesguen. Si realmente es lo que quieren para su vida y les gusta, si creen que pueden vivir de ello: ante la duda, corre. Y, sobre todo, respeta tus tiempos y disfruta del momento, del proceso, sin prisa, saboreando cada pasito que das.