La nueva excavación del castro de Esmelle pretende aunar interpretación y hallazgos físicos

La nueva excavación del castro de Esmelle pretende aunar interpretación y hallazgos físicos
Un momento de la excavación de esta semana | Emilio Cortizas

Formar, investigar y difundir a la ciudadanía son los tres objetivos que se marca la Cátedra de Arqueología en la que se incluyen las excavaciones que, por segundo año consecutivo, se realizan en el castro de Esmelle, conocido como Tralocastro.


El lunes y el martes, el equipo, integrado por una docena –varía en función de la jornada– de técnicos, arqueólogos con experiencia y alumnos del máster de Arqueología de las tres universidades gallegas, se dedicó a extraer los sacos con tierra y el material geotextil colocados el año pasado para proteger los restos arquitectónicos hallados, preparando la zona de excavación para comenzar los nuevos trabajos, que ayer dieron comienzo y que se prolongarán durante tres semanas hasta el día 2 de agosto.
La limpieza y tala de eucaliptos previos al inicio de la excavación de la Cátedra, por parte del Concello, ha permitido, tal y como explicó el director de la Catedra de Arqueológica, Juan Luis Montero Fenollós, “que el castro emerja de una manera espectacular, permitiendo ver estructuras y murallas que no se apreciaban con la vegetación”.


De este modo, el castro “engullido” por los árboles y que era impenetrable se ha convertido en un yacimiento que se puede estudiar y, gracias a las imágenes de dron, aporta mucha información. Montero Fenollós señala que estas fotografías suponen una revolución en arqueología –en este castro se aprecian nítidamente la línea de la muralla y los dos anillos– y con estos datos, el profesional puede ahora contar con información que se intuía pero de la que se carecía al no percibirse a simple vista.
Los trabajos que ayer mismo dieron comienzo supondrán una excavación en el mismo sector sobre el que se ha actuado el verano pasado, aunque ampliando el espacio de actuación entre las dos murallas principales para, tras el “pequeño sondeo” del pasado año, “poder entender mejor lo que hemos encontrado” apunta el arqueólogo.

 

Construcciones

En las primeras excavaciones del año pasado –que dieron como resultado el hallazgo de objetos como una pesa pequeña para hilar, un trozo de molino rotatorio o tejas de pizarra, etc. que han sido expuestas en el centro cultural Torrente Ballester– se había determinado la convivencia de restos de dos épocas: la castrexa o Edad de Hierro; y la galaico-romana, desde el siglo I de nuestra era. Ahora, se trata de que los muros que se aprecian, de una envergadura importante, se analicen y “entiendan” para conocer la función que cada elemento tuvo en su día.


Se trata de aunar la cultura material, los objetos que se van hallando, con los hábitats, las unidades de uso que se precian, con el fin de entender y confirmar cómo eran las edificaciones, tanto en cuanto a dimensiones, accesos, etc. entendiéndolo en su integridad para luego poder reconstruirlo.
En esta segunda etapa, recuerda Montero Fenollós, se procederá a la excavación y comprensión de las edificaciones, para, posteriormente, restaurarlas, reconstruirlas de forma íntegra, para que puedan ser visitables. “No queremos restaurar un trozo de muro sino las unidades arquitectónicas completas”, ejemplifica el director de la Cátedra. Se conseguiría, de este modo, “consolidar, restaurar y hacer recorribles las instalaciones”. 


Se intuyen dos construcciones una pieza de vivienda, y otra que sería la puerta de acceso al castro. El trabajo en este “yacimiento-escuela” determinará si esta hipótesis es demostrable.

La nueva excavación del castro de Esmelle pretende aunar interpretación y hallazgos físicos

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