Más de medio centenar de vecinos de San Felipe recorrieron ayer las calles de la parroquia para denunciar el abandono que, desde hace años, sufre la zona. La protesta, convocada por la AVV, tenía como objetivo visibilizar las numerosas deficiencias que presenta el lugar, así como la necesidad de establecer reformas integrales en aspectos como la circulación de vehículos o el aparcamiento.
De este modo, la manifestación, en la que participaron residentes de todas las edades, salió a las siete de la tarde del ambigú del local de la entidad vecinal, transitando la carretera principal del núcleo urbano –DP-3612– hasta el parque infantil que se sitúa detrás del castillo. La marcha, en la que no se registraron incidentes, estuvo controlada por la Policía Nacional, aunque la ausencia de agentes de la Local desembocó en que varios visitantes circulasen por la mencionada carretera en dirección a Ferrol, que está restringida al uso vecinal, coincidiendo de frente con los manifestantes.
“Nosotros reivindicamos la falta de acción, el abandono total de infraestructuras, accesos, carreteras, barandillas...”, explica Nacho del Castillo, presidente de la Asociación de Vecinos de San Felipe-San Cristóbal, que detalla que esto no es un problema nuevo ni de un solo mandato, sino que los residentes llevan más de una década denunciando algunos de los problemas de la zona sin que se les ofrezca ninguna solución.
Así, el representante de los habitantes del área acompañó a Diario de Ferrol antes de la protesta por toda la parroquia para mostrar las numerosas deficiencias que se siguen acumulando. Estas, como señala Del Castillo, podrían dividirse en dos reivindicaciones: solventar los problemas derivados del abandono de la zona y aliviar la situación del tráfico y del aparcamiento.
En el primero de los casos, el número de desperfectos a nivel de infraestructuras es notablemente elevado, comenzando con la carretera principal y las pistas anexas, que presentan baches continuos, en algunos casos de hasta diez centímetros de profundidad. De hecho, explica que el último rebacheo se realizó hace más de dos años y que desde entonces la situación de estas roturas no ha hecho sino empeorar. En este sentido, Nacho del Castillo lamenta que muchas de las deficiencias han tenido que ser solventadas por los propios vecinos. Un ejemplo que muestra es un muro de piedra sobre la playa del núcleo urbano, al que uno de los residentes tuvo que instalar unas vigas cementadas ante el riesgo de que alguna roca pudiese caerle encima a los bañistas.
En cuanto a los desbroces, el presidente reconoce que el gobierno local actual ha sido el que ha mostrado más interés por la zona y se muestra comprensivo con los retrasos derivados de la renuncia de la empresa adjudicataria. No obstante, muchas labores de limpieza las siguen haciendo los habitantes, especialmente en los antiguos accesos privados a la ría, que, aun estando abiertos ya a todos los usuarios, se encuentran invadidos por la maleza. “Al final los vecinos somos los que vamos parcheando cosas por nuestra seguridad, pero cuando viene alguien de fuera tenemos que advertirle, por ejemplo, de que no se apoye en algunos lugares porque está roto”, lamenta.
La situación se ve agravada en época de lluvias, dado que al no limpiarse las cunetas el agua forma escorrentías que inundan las viviendas. “Nuestro problema es que no hay conservación. Se está promoviendo que mucha gente venga a ver el castillo, pero no se está teniendo en cuenta que las infraestructuras aquí están dimensionadas para los vecinos que somos. Si en vez de meter cien coches metes mil, el deterioro es mucho más rápido”, apunta.
Por otra parte, la AVV también denuncia que, si bien hay servicio regular de recogida de basuras, no es así con la limpieza de vías o de la playa, que tienen que realizar los vecinos por cuenta propia. Asimismo, también se critica que, durante años, se ha solicitado la renovación de las canastas de las pistas de deporte junto al castillo, pero que, pese a su reducido coste, nunca se hizo.
En lo referente a los problemas de circulación y aparcamiento, los vecinos son firmes: no se oponen a la llegada de visitantes –de hecho, se muestran favorables a ella, dado que da más visibilidad a la zona–, pero sí a que no se regulen esas cuestiones.
A este respecto, Del Castillo apunta a que, al menos en cuestión de estacionamiento, el empleo de tarjetas de residente sería una solución efectiva, restringiendo las paradas dentro del núcleo urbano y dejando para los turistas el entorno del castillo, donde podría desarrollarse un aparcamiento disuasorio. La circulación por la DP-3612, por otro lado, supone una coyuntura más complicada, dado que en dirección a la fortaleza es de tránsito abierto, pero en sentido contrario está restringido para que solo lo usen los vecinos, aunque los foráneos no hacen caso de la señalización que lo indica.
El problema, explica el presidente de la AVV, es que, especialmente en épocas vacacionales, se generan grandes embotellamientos muy difíciles de solventar dado el tamaño de la vía –por lo general los vecinos dejan entrar a los vehículos en sus fincas para poder dar la vuelta–. En este caso las posibles medidas varían desde la colocación de una cámara que registre las matrículas como las que había en la plaza de Armas, hasta la colocación de pilotes inteligentes, todas ellas más costosas, así que se conforman con más presencia policial.