El próximo día 29 de agosto se cumplirán cien años desde que empezó a circular en período de pruebas el primer tranvía de Ferrol. En sus primeros días, cada media hora hacía el trayecto entre la Puerta Nueva (Plaza de España) hasta la zona llamada “la Gándara” (que posiblemente fuese en las proximidades de esa carretera y del Puente de las Cabras), con cuatro paradas intermedias.
En esa época se movía por la corriente suministrada por un generador acoplado a un motor diésel en la central eléctrica. El segundo motor previsto aún no había sido montado. El 6 de septiembre se anuncia que llega ya a la zona de Piñeiros, en Narón, y no se conoce la fecha en que llegaron a completar su recorrido inicial hasta el Portazgo, ya en Neda. Sin que nadie sepa el porqué, los tranvías siguieron circulando pasado el período de pruebas y nunca hubo una inauguración oficial, una foto del día o un día que marcar en el calendario como inicio del servicio.
Para llegar hasta ese momento de la primera prueba habían pasado exactamente 34 años desde que se había concebido la idea de un tranvía eléctrico entre Ferrol y Xuvia.
Esta idea fue recogida el 9 de agosto de 1890 en el periódico El Correo Gallego, que entonces se editaba en Ferrol, y anunciada por Francisco Barcón de Quevedo, dueño de la fábrica textil de Xuvia, y que acababa de instalar el alumbrado eléctrico en la misma. Ferrol iniciaría el alumbrado público por electricidad nueve años después, el 12 de abril de 1899, que a finales de junio se componía de 271 lámparas eléctricas, y estaba en vías de instalarse también alumbrado por electricidad en el muelle de Curuxeiras, que necesitaba una mejora de iluminación.
Mientras el tranvía eléctrico permanecía como “idea de futuro”, el señor Barcón se propuso construir uno de vapor, a imitación del que hacía tres años funcionaba entre Pontevedra y Marín. En el proyecto, dado a conocer en 1892, estuvieron involucrados otros personajes de la época como José San Román (médico, farmacéutico y empresario), Augusto Miranda (que luego sería almirante y tres veces ministro de Marina) y Eduardo Calvo (futuro capitán general del departamento de Cádiz).
Para llegar hasta ese momento de la primera prueba habían pasado exactamente 34 años desde que se concibió la idea
Este proyecto no salió adelante por cuestiones económicas, pero queda claro que no se trataba de una idea tomada al azar: se había medido exactamente la distancia a recorrer, incluyendo los apartaderos, y se habían valorado dos tipos de raíles en función del peso, el coste de su importación, el de la maquinaria y los gastos de amortización de la firma.
Un segundo intento, dos años después, de un tranvía tirado por caballos se queda más en una anécdota que en una propuesta real, aunque no era nada descabellada (aunque hoy nos sorprenda, el primer tranvía de A Coruña fue tirado por mulas desde 1903 hasta 1913).
Terminadas en 1894 las iniciativas de tranvías de vapor y sangre, habrá que esperar a 1899 para hablar nuevamente del tranvía eléctrico. Una noticia publicada en La Habana, donde Barcón había estado y tenía parientes, le vincula de nuevo con el tranvía eléctrico, que debería tomar corriente de la central eléctrica de O Roxal. Al año siguiente, en abril de 1900, se funda la Sociedad General Gallega de Electricidad, con Barcón como el sexto accionista por capital aportado y la nota de prensa que da cuenta de esa constitución ya dice que “la sociedad no habrá de limitarse solo a la producción del alumbrado y a facilitar energía eléctrica para las industrias, sino que ha de acometer el establecimiento de un tranvía eléctrico hasta Neda”.
Cinco meses después (en septiembre de 1900) se presentaría oficialmente el proyecto del “Tranvía eléctrico de Ferrol a Neda”, que empezaría su recorrido administrativo con las publicaciones en La Gaceta de Madrid (antecesora del actual BOE) y en el Boletín Oficial de la Provincia de La Coruña, ambas en el mes de diciembre, si bien varias publicaciones se empeñan erróneamente en colocar su inicio cuatro años después, en 1904.
El proyecto lo presenta José Fernando Solórzano Freire, un ingeniero mecánico coruñés que trabajaba en Lugo, si bien el proyecto lo firma como redactor un ingeniero de caminos, Estanislao Pan Pérez. Después de la firma y presentación del proyecto, Estanislao Pan no volvió a tener relación alguna conocida con el mismo, lo que nos lleva a pensar que fue simplemente contratado para la ocasión, mientras Solórzano, que era copropietario de otra fábrica de tejidos, al igual que Barcón, actúa como testaferro de este.
En 1913, Francisco Barcón había acordado ante notario la constitución de la Sociedad Anónima Tranvías de Ferrol
Aunque tardaría casi un cuarto de siglo en llevarse a cabo, en su momento, fue el primer proyecto de tranvía eléctrico presentado de Galicia y, asimismo, adelantándose a su tiempo, el primero que concebía el uso de la energía eléctrica de origen hidráulico para su funcionamiento, puesto que Solórzano también había solicitado el agua del río Forcadas para una central hidroeléctrica. Esta, que estaba supeditada a la puesta en marcha del tranvía, finalmente se construyó décadas después, pero para otros fines.
La desidia administrativa hizo que el proyecto envejeciese en los despachos. Hasta cuatro años después no se notificó oficialmente su existencia a Ferrol, que en 1907 aún estaba discutiendo por dónde podía pasar para llegar a la Plaza de Armas, su destino inicial previsto. En 1912, doce años después de presentado, Neda saca a exposición pública el proyecto para alegaciones y a principios de 1913, el Ministerio de la Guerra envía al de Fomento su visto bueno, pero con algunos añadidos.
Habría que esperar año y medio más para que se convocase la subasta oficial para la construcción del tranvía y finalmente en octubre de 1914 se publica en La Gaceta de Madrid la adjudicación de la obra al Sr. Solórzano, que seis días después se la transfiere ante notario a Ubaldo Barcón, hijo de Francisco.
Ya desde 1913 Francisco Barcón había acordado ante notario la constitución de la Sociedad Anónima Tranvías de Ferrol con la sociedad Hispano-Belga de Ferrocarriles, Minería e Industria, en la que entre ambos suscribían acciones por valor de un millón de pesetas. Así mismo, estaba abierta la suscripción al público en los comercios de Benigno Caballo y Ramón Allegue y en los periódicos Diario Ferrolano y El Correo Gallego (ambos propiedad de los Barcón). Dicha escritura incluía una cláusula temporal que la anulaba si el retraso de la concesión iba más allá de seis meses, como así sucedió.
El comienzo de la “Gran Guerra” –la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1918– alejó a la Hispano-Belga, pero un año después, en diciembre de 1914, ciudadanos franceses (con cierta relación con la Hispano-Belga) aportan el mismo capital y se registran ante notario los estatutos de la S.A. Tranvías de Ferrol, pero no fue inscrita en el Registro Mercantil.
No se sabe lo que sucedió en los años siguientes, pero posiblemente la influencia de la guerra (pese a la neutralidad oficial española) dio al traste con todo. En 1920 se reunieron algunos accionistas en el Jofre y a mediados de 1921 se decidió liquidar la anterior sociedad y fundar una nueva. Francisco Barcón, el ideólogo y principal patrocinador, había muerto en 1920 y su hijo Ubaldo no tenía el interés de su padre.
La nueva sociedad fue fundada en abril de 1922, en una reunión en el ayuntamiento de Ferrol, y de allí saldría un consejo provisional de administración. La asamblea constituyente definitiva tuvo lugar el 1º de noviembre de ese año, y allí se decidió que la sociedad continuase llevando el nombre que le había dado Barcón y los mismos estatutos, actualizados y con uno más añadido, que serían registrados al año siguiente. Ese mismo día se aceptó la propuesta de construcción del tranvía que había hecho unos días antes la empresa AEG, Ibérica de Electricidad.
Ubaldo Barcón aportó la concesión del tranvía a la nueva sociedad, cambiándola por acciones y esta se formó con un capital previsto de 1.900.000 pesetas, que tardaría décadas en ser colocado, así que era pobre ya desde su nacimiento y pronto hubo de buscar nueva financiación.
Pese a todo, en 1923 se iniciaron las obras, que después de más de año y medio, permitieron que aquel 29 de agosto el tranvía hiciese su primer recorrido, 34 años después de ser ideado por Francisco Barcón.
Próximamente, y espero que más pronto que tarde, contaré más sobre la historia de este medio de transporte en la ciudad en un libro en el que estoy trabajando.