Llevamos unos años de inestabilidad permanente que empieza a cronificarse sin que se produzca reacción alguna. Entre episodios judiciales de corrupción, meretrices y sobrinas, política internacional errática, falta de transparencia, chantajes a diario de los socios del presidente Sánchez, rescisiones de contratos que acabaremos pagando todos los españoles, la ciudadanía empieza a echar de menos una convocatoria electoral que permita a los españoles ordenar el tablero político, hoy, más parecido al camarote de los Marx que a una democracia sana. Son muchas las personas que ya ponen en tela de juicio la calidad de nuestro sistema, se sienten ajenos a la realidad política y no comprenden nada de lo que está pasando. El camino que sigue nuestro gobierno no genera confianza, ni dentro ni fuera de nuestras fronteras. A pesar de ello, la economía, la macro, parece ir bien por lo que es fácil imaginarse cómo iríamos si tuviéramos un gobierno fuerte y un rumbo definido. En todo caso, una mayoría de españoles muestra, en la demoscopia, su deseo de ser llamado a urnas y eso, me temo, no va a suceder.
Sánchez ha dado muestras más que sobradas de las cosas que está dispuesto a hacer con tal de mantenerse en la Moncloa, Puigdemont le tomó la medida y lo está exprimiendo, pero también vascos y republicanos saben cobrarse sus apoyos. Con lo que Sánchez no contaba es que el conglomerado de esa cosa que se llama Sumar pusiera en marcha su capacidad de chantajear al presidente haciendo valer sus ministros y sus diputados. Con el apoyo parlamentario roto y tres años sin capacidad de aprobar unos presupuestos, cualquier gobierno convocaría elecciones para dar la palabra al pueblo soberano, en cualquier democracia salvo en la nuestra. Sánchez no quiere elecciones porque teme ser desalojado de palacio, Yolanda ni se lo plantea porque sabe que se va para Fene por Seur, los separatistas no van a encontrar otro “chollo” como el que tienen con este gobierno y, así las cosas, todos tragan con todo con tal de seguir, el Estado les importa un pimiento, todo se mide con el interés electoral al margen y de espaldas al interés general.
No hay hombres ni mujeres de estado en este gobierno Frankenstein y mientras unos quieren subir el presupuesto de defensa otra parte del gobierno quiere salir de la OTAN, mientras unos compran armamento a Israel otros exigen romper los contratos firmados con ese país aunque eso nos cueste dinero a todos los españoles. La izquierda a la izquierda del PSOE esta destrozada y Sánchez sabe que, sin ellos, está en Moncloa, pero en la parada del autobús para irse para casa. Les une el poder exclusivamente y todos sabemos que el poder es un pegamento que une con mucha fuerza. Es imprescindible corregir el rumbo y eso solo se conseguirá dándole la palabra a los españoles. Sin mayoría en el parlamento, sin presupuestos, sin una mínima unidad de criterios dentro del propio gobierno, no se puede continuar. Es verdad que Sánchez ya dijo que “podía gobernar sin el legislativo” pero entonces ya no estamos en una democracia, esto es otra cosa.
Estamos en una deriva inquietante con un presidente que parece paralizado y en “shock”, como el boxeador noqueado que quiere seguir en el ring pero que no distingue ya a su adversario. El gobierno debe de dejarse de cábalas electorales, atajos y chapuzas para poner en manos del cuerpo electoral el futuro de nuestro país, pero eso sí, para que nos cuenten la verdad, no como en las pasadas elecciones cuando se nos mintió con descaro. Recuerden: “Con Bildu jamás, si quiere se lo repito veinte veces”, Bildu es hoy socio prioritario del gobierno para mayor regocijo de ETA.