En una sociedad democrática y con aspiraciones de justicia social es necesario el funcionamiento de las organizaciones, fundamentalmente para poder llevar a cabo la adecuada distribución de los recursos públicos que permitan proteger a los ciudadanos, especialmente a los más vulnerables. Esto se convierte en esencial cuando se trata de entidades vinculadas con los servicios básicos cuyo objetivo es que las desigualdades socioeconómicas afecten lo menos posible a las condiciones de vida digna de las personas, como es el caso de la atención sanitaria, la educación y los servicios sociales.
Las organizaciones las formamos las personas y nuestra implicación, la de los profesionales que las constituimos, es la que determina el mejor o peor funcionamiento y cumplimiento de sus fines. Un término que define bien lo que estoy hablando es involucrarse. Y me refiero a la acepción que se refiere a “participar en un asunto, comprometiéndose con él”. Buscando sinónimos estaríamos hablando de implicar, comprometer, complicar.
En los últimos años se han jubilado muchas personas del Área Sanitaria de distintos estamentos, cuyo trabajo ha conformado la atención a la población de Ferrol durante décadas. Muchas de ellas trabajaron desde los inicios del entonces hospital Arquitecto Marcide. Sirva este escrito, personalizado en una de ellas, como reconocimiento a esos otros profesionales que se involucraron y sin los que no se entendería la atención sanitaria en Ferrol tal y como es ahora. Todos los profesionales son necesarios, pero algunos hacen progresar especialmente las organizaciones.
Estos días hemos despedido por su jubilación a Carmen Solloso, coordinadora del Servicio de Urgencias del CHUF. Además de compañero en lo profesional, soy amigo de Carmen, lo cual manifiesto para mejor evaluación del contenido de esta comunicación. Algunas afirmaciones se verán impregnadas por el sesgo del cariño, pero, junto a ello, voy a darles algunos datos objetivos, alguno desconocido por la mayoría, que servirán para disminuir ese subjetivismo inevitable.
En su caso particular, involucrarse ha sido implicarse en la formación continuada propia y de los otros miembros de la organización, en la participación en los órganos de asesoramiento y calidad, en la colaboración con los equipos directivos, en la reducción de gastos… Pero también comprometerse en mantener el respeto de los derechos de los pacientes y de los profesionales para conseguir los fines.
Más allá de las normas, se implicó en que se promueva y se respete la ética en la toma de decisiones, especialmente en las cotidianas, y en la incorporación de la compasión, que va más allá de la empatía, en el ejercicio de la profesión. La ética de y en las organizaciones también la hacen las personas.
Conozco su aportación profesional y personal a la sanidad pública de Galicia, más allá de Ferrol, desde que empecé a trabajar en el entonces Hospital A. Marcide en 1991. Sólo quiero destacar que Carmen es una de esas personas esenciales para que una organización cumpla sus fines, una persona que se involucra.
Además de su implicación como profesional competente en Urgencias, un primer dato objetivo es su compromiso en órganos y comités de acción transversal, tanto técnicos como en el área de humanización y bioética, locales y autonómicos. Pero, además, a continuación, van los hechos relacionados con dos de las áreas que conozco especialmente por haber estado comprometido personalmente y con responsabilidad directa en ellas.
La docencia de residentes es esencial en el ámbito sanitario, no sólo para asegurar el relevo generacional de especialistas adecuadamente formados, sino como uno de los motores y estímulos de la organización. Este ejercicio en el servicio de urgencias, y por tanto globalmente en el hospital, cambió al asumir Carmen la coordinación del servicio.
Su carácter y espíritu dialogante y cooperativo, su capacidad de “escucha vulnerable” –entendida como la aptitud cambiar los planteamientos propios al escuchar los de otros–, fueron fundamentales para facilitar las relaciones y la instauración de los procesos formativos y su evaluación.
Para terminar, me detendré en un hecho desconocido para la mayoría pero que me permite terminar de ilustrar con objetividad ese involucrarse del que estoy hablando. Carmen es la única profesional de Galicia que, habiéndose comprometido en la puesta en marcha de los Comités de Ética Asistencial (CEAs) de nuestra Comunidad Autónoma desde su inicio, ha permanecido implicada no ya en la bioética cotidiana sino en la bioética institucional hasta su jubilación. Formó parte del grupo promotor del CEA de nuestra Área Sanitaria, primero en constituirse en Galicia en noviembre de 1996 (https://www.sergas.es/Bioetica/Documents/156/Bioetica_2022_online_ES.pdf), y se ha jubilado siendo vocal y hasta pocos meses antes su presidenta. En esta larga trayectoria destaco también su trabajo como vocal del Consello de Bioética de Galicia (CBG) entre 2015 y 2022. Deliberaciones, y los documentos que las hacen constar, sobre aspectos esenciales de la bioética clínica han contado con su trabajo y ahora pueden encontrarse en la Intranet del Área Sanitaria de Ferrol o en la página de Bioética del CBG (https://www.sergas.es/Bioetica/Consello-de-Bioetica-de-Galicia-Documentacion-CBG-CGB?idioma=es).
Aspectos como la confidencialidad, la atención y cuidados al final de la vida, el consentimiento informado, la distribución justa de recursos sanitarios, etc., han contado con su trabajo. Este hecho excepcional, única profesional de Galicia, es desconocido para la mayoría, al contrario que su implicación en la bioética cotidiana y su compromiso con la sanidad pública.
(*) Juan Antonio Garrido es médico y especialista en bioética