Las vidas de Julia Uceda y Fernando Bores han estado estrechamente unidas, por razones de amistad, vecindad, -sus casas son casi contiguas, en Pazos (Serantes)- y, lo que es más importante, por razones de comunión en proyectos culturales, intelectuales y editoriales, utilizando como puente áureo la poesía, entre otros temas y como instrumento formal la Sociedad de Cultura Valle Inclán.
Julia Uceda está muy afectada por el fallecimiento de su gran amigo.
En nuestros chats que circularon a lo largo del día de ayer, me trasladaba: “Él no lo supo, pero hace días tuve una caída en casa y un golpe que me pudo costar mayores daños. De momento, sus efectos van pasando, pero aún no estoy visible. No me podréis ver en ningún acto sobre Bores. Mi corazón está con vosotros. Ferrol no será lo mismo sin él”.
En otro washap la poeta escribió este pensamiento:
“Subió tentando las paredes,
agarrándose a las piedras
que allí no había.
Apoyándose en bastones
de sombras
que allí no estaban
y se fue sin cumplir aquello
con lo que había venido
que no sabía y recordaba”.
Explicaba: “Me impresionó mucho su esfuerzo ciego por no ser dominado. Incluso al sentarse. Luchaba contra la nada, lo oscuro, lo que para él no tenía nombre humano.
Si hay un ser supremo no debería permitir esta tortura. Porque su mente era consciente. Y luchaba contra lo inconsciente”.