La tendencia a olvidarnos de las lecciones de la Historia viene de lejos, pero la exigencia de explicar todo con un vulgar zasca es patrimonio actual, y es la llave para que la razón de la fuerza se imponga a la fuerza de la razón.
El impulso moral que derrotó a la esclavitud y conquistó los derechos humanos está arrinconado por el empuje de emociones primigenias y tribales. Importantes liderazgos del planeta pasan del autoritarismo a un matonismo que usa la mentira como arma legítima, y exige lealtad absoluta al mensaje único.
En la Europa de los años 30 la Democracia naufragó, y sabemos cómo terminó el experimento; control de radio y prensa entonces, y descontrol de redes sociales ahora. Decimos a los mediocres que valen mucho, y les señalamos los colectivos culpables de sus fracasadas expectativas: comunistas, judíos y masones entonces, izquierda woke, árabes y feministas ahora.