Salvo excepciones, los trumpistas no son tarados mentales ni nazis, sino personas que prefieren tener menos libertad y más seguridad. En el éxito de la extrema derecha influye la pérdida de identidad de los partidos progresistas, porque hacía falta mucha imaginación para ver algo de izquierdas en Joe Biden y Kamala Harris. Todos los activistas de la izquierda española deberían saber que nuestros empresarios se quedan con el 37% de la riqueza que producen sus asalariados, y debatir si este reparto es justo o injusto, que todo puede ser. Llámenme antiguo, pero creo que es una desgracia que la lucha de clases el pacifismo, y el feminismo tradicional hayan perdido peso por los debates identitarios importados de las universidades estadounidenses, centrados en la autodeterminación de género, el bienestar de nuestras mascotas, o cualquier otro tema de empoderamiento incluido en la agenda woke.