Mascotas. Nuestro perro de compañía

Me cuesta muchísimo trabajo -por mi acusada ceguera- acudir al diccionario para esclarecer dudas, conceptos en general. Pues una definición de “mascota” es: persona, animal o cosa que trae buena suerte. Y sabiendo que, querámoslo o no, el que más y el que menos, dejamos que nos influya “una especie de talismán, de poderosa fuerza oculta y superior”..., para que junto con profundos deseos y hasta posibles rogativas, consigamos curarnos de una grave enfermedad, volver sanos del largo y arriesgado viaje, que nos toque la lotería..., no me sorprende el que elijamos un determinado asiento para el descanso, un perrito que nos


transmita su calor y sus latidos teniéndole en brazos o abrazar a tus hermanos de sangre y a la  vez, también intensamente, hasta al almendro que plantaste y cuidas con especiales


dedicación y esmero, como nos narra la historia le ocurrió con su hijo al padre de George


Wasingthon: George ¿Sabes quién cortó mi arbolito más querido? le preguntó al que era un niño todavía: He sido yo padre con la navaja que tú me diste. El imperio de la verdad junto con otras destacadas cualidades, le llevaría al niño George a ser el primero y de los más queridos Presidentes de los EEUU. (Aun se diese alguna excepción como en todo rebaño). Y en cuyas verdad y rigor nuestros Presidentes y el de ahora mismo, no se han mirado gran cosa.


Tampoco quizás los demás. Dicho lo cual, haremos somera mención a nuestra mascota más allegada: el perro –que procede de su antecesor salvaje, el lobo y sus hermanos, como de ochocientos mil años atrás–. Pero su lenta y rudimentaria transformación hasta ser fiel compañero del hombre -éste, como homo sapiens, solo de unos dos-tres cientos mil añoscomienza con su allegamiento y su adaptación, no hará más de unos quince mil años. Pues tales han sido esas cualidades, que hoy a nuestro perro lo amaestramos no solo para eficaz auxiliador en catástrofes varias, delatar drogas perseguidas, acompañar ciegos..., sino que su aprendizaje y su contacto están dando lugar a terapias neuropsicológicas demostradamente eficaces y de prevención, avisándonos, ante un posible coma hiperglucémico, un ataque de epilepsia para tomar medidas, etc., lo que pareciere inaudito, es evidente, pues, que cada vez nos resulta más complementario, más útil, hasta más imprescindible..., nuestra más fiel mascota: nuestro querido perro. Lo que no quiere decir, me repito, que no llevemos en lo más  sensible de nuestro ser, al familiar, al amigo, al hermano de sangre..., a veces incluso  “poniendo la otra mejilla”.

Mascotas. Nuestro perro de compañía

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