El papel, carente de cualquier cometido oficial, de la mujer del presidente (nunca una mujer desde la recuperación democrática ha sido propuesta por los partidos para gobernar el país) debe ser desolador.
Hasta ahora la discreción era la norma. Cuanto más calladitas, mejor. Amparo, la mujer de Adolfo Suárez, tenía un problema de insomnio que le hacía vivir de noche. La esposa de Rodríguez Zapatero ocupaba el tiempo libre acudiendo a una piscina de entrenamiento de la guardia civil a nadar y estudiando canto.
Pero llegó Begoña y creyó que Moncloa podría ser el trampolín que lanzará su carrera profesional y consolidará relaciones de futuro. No lo dudó, según la investigación judicial en curso y las declaraciones de los testigos, se dedicó a citar en la sede de la presidencia del Gobierno al rector de la Complutense, previa llamada de su secretaria, al empresario Barrabes y...
El juez Peinado, que por cierto está de puente, a través de un sustituto le ha dicho a Pedro Sánchez que la declaración será en persona y que, si quiere por escrito contar algo más, será bienvenido. Esto ocurrirá el martes próximo y conviene recordar que los testigos que han comparecido, hasta ahora, han pasado de testigos a imputados...
Si antes de esta cita judicial, el presidente del Gobierno hubiera comparecido en Moncloa para explicar a la ciudadanía que su mujer tiene derecho a seguir desarrollando su carrera profesional, que se cometió un error al utilizar su condición de inquilina de la Moncloa para conseguir contratos, posiblemente no se habría montado este follón. Pero la soberbia es mala consejera.
Que sean VOX y el pseudo “sindicato” Manos Limpias las acusaciones particulares hace perder credibilidad a la acción judicial. Como tampoco parece justificadas las continuas protestas de la fiscalía que solo denotan preocupación en Moncloa.
Este affaire, convertido en la serpiente del verano en cuanto a información se refiere, absolutamente reprochable éticamente, no va a suponer la caída de Pedro Sánchez ni la salida del matrimonio de Moncloa.
El riesgo real de dar al traste con la legislatura está en manos de Puigdemont y su venganza por el acuerdo entre ERC y el PSC que le condena al ostracismo. De momento, sus proclamas las realiza cada vez más cerca de la frontera y solo la cobardía le impide cruzar la línea. Mientras, seguimos sin presupuestos...