Creíamos que la política era otra cosa, pero no, es un negocio próspero cuando encuentras a un socio generoso, eso sí, con el dinero de los demás. Entiendo perfectamente a los Sánchez de turno que quieren cargarse el espíritu de la transición, es un espejo en el que no pueden mirarse. Aquel tiempo de acuerdos y concordia era todo lo contrario de lo que tenemos hoy en día. La política estaba al servicio del bien común, hoy no, los políticos tenían altura de miras y sentido de estado, hoy no y la ciudadanía percibía que los encargados de gestionar la “cosa pública” tenían como objetivo el bienestar de los ciudadanos, hoy no. Le ley electoral que tenemos es un disparate que premia a las minorías nacionalistas y separatistas y les otorga un poder que no guarda proporción con los votos que reúnen. Así se entiende que los 7 votos de Junts y los 5 del PNV sean decisivos para decidir el gobierno de España. Ya es indignante que España esté en manos de quien quiere destruirla, cuando no directamente en manos de los herederos de ETA a quien Sánchez está decidido a blanquear sin respeto alguno por la memoria de los asesinados por la banda terrorista. Cada vez que Sánchez necesita de los votos de estos partidos ellos se frotan las manos ¡a facturar!. Acabamos de verlo en el sainete del decreto “ómnibus” que los socialistas han troceado al gusto de los nacionalistas. A unos les regaló un palacete en París, cuyo valor nadie concreta, pero ya les digo que son millones y además el estado les pagará una suculenta renta todos los años. Llama la atención porque ya existen dos sentencias que acreditan que no se demostró la titularidad del inmueble a favor del PNV, da igual, los vascos lo quieren y Sánchez se lo da. La última palabra la tendrá la justicia otra vez. Y los separatistas catalanes quieren el control total sobre la inmigración en Cataluña, el catalán oficial en Europa y amnistiar de verdad a Puigdemont y, no lo duden, lo conseguirán. Sánchez y Bolaños le llaman negociar, el común de los mortales le llamamos dejarse chantajear, al final es slo mismo, vascos y catalanes han hecho caja, otra vez, con los socialistas de “primos” a costa del erario público y los intereses del estado español. Sánchez ha hecho realidad aquella divertida frase que reza: “si es gratis, ¡cueste lo que cueste!”. Sí, para ellos es gratis, para los españoles no. Los socialistas del sanchismo tienen y manejan muy bien la “autoindulgencia”, se perdonan muy bien sus pecados y señalan con su dedo acusador a todos los demás. La última pasa por las críticas al PP por el cambio de sentido de su voto en el decreto trampa que planteó Sánchez. Acusaron al los populares cuando votaban que no y los acusan cuando votan que sí. Dicen que han pegado un volantazo y quizá tienen razón. Los socialistas entienden mucho de volantazos, Sánchez podría llenar una enciclopedia con los suyos, recuerden, si tienen memoria histórica, que no histérica, cuando los socialistas pasaron del “OTAN NO” a “VOTA SÍ A LA OTAN”. La demoscopia nos irá diciendo si acertó o no el PP con su cambio de opinión porque, es verdad, que han votado a favor de entregar el palacete al PNV, cosa no prevista cuando Tellado dijo que los vascos eran unos “aprovechateguis”, solo Vox se mantuvo en el no y también serán las encuestas las que nos dirán si sus votantes aprueban o no su posición. Desde luego no serán los “sanchistas” los que puedan sonrojar a otros por sus “volantazos”.