Cada año, a finales de octubre, en España se lleva a cabo el conocido cambio de hora de invierno, un ajuste que nos hace retrasar los relojes una hora y nos regala, al menos temporalmente, una hora extra de sueño.
En España, como en otros países europeos, el cambio de hora es un tema que sigue generando controversia. Son muchas las voces que abogan por mantener un horario fijo durante todo el año, preferiblemente el de invierno.
De hecho, la Comisión Europea presentó el proyecto de Directiva sobre el cambio de hora estacional en 2018, en el que se propone suprimir los cambios horarios bianuales en todos los países de la UE. A pesar de ello, España aún no se ha pronunciado sobre la eliminación del cambio de hora. Eso sí, sabemos que oficialmente se mantendrá, al menos, hasta 2026, tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado.
En Europa, el cambio de hora en primavera y otoño es una práctica que se realizaba incluso antes de la creación de la Unión Europea. Se introdujo inicialmente durante la Primera Guerra Mundial con el objetivo de ahorrar energía, y muchos países la retomaron en la década de 1970.
No obstante, hay registros que confirman que España ya había establecido dos horarios diferentes un siglo antes. “En España, ya en 1810, el reglamento de las Cortes de Cádiz recogía un horario de verano y uno de invierno. Y en 1869 el gobierno de aquel entonces crea una comisión para proponer un meridiano único entre Madrid y San Fernando como origen de las longitudes en nuestra nación. Se aplicará más tarde la hora del meridiano de Madrid que estuvo vigente hasta enero de 1901, fecha en la que se adopta el meridiano de Greenwich por el Real Decreto RD 26/07/1900”, explica la profesora de la OBS Business School Natividad Buceta en este estudio.
En 1970, España adoptó el Tiempo Universal Coordinado (UTC) para su uso en la Marina, y seis años después, se estableció como la base nacional para la hora oficial en todo el país. “Desde 1974 hasta hoy, el cambio de hora en nuestra nación se ha llevado a cabo todos los años”, recuerda Buceta.
La Constitución Española de 1978, en su artículo 149.1.12, “establece la fijación de la hora oficial exclusivamente por el Estado para todo el territorio nacional, de acuerdo con los husos horarios establecidos y con arreglo a la referencia metrológica internacional, y ese mismo año se reconocen oficialmente los buenos resultados conseguidos por el horario de verano, sin dar más detalle”, continúa la profesora.
A pesar de que el cambio de hora está en constante debate y Europa se haya pronunciado a favor de eliminar el cambio de hora en el futuro, hay muchas voces que están en contra de esta reforma. Ejemplo de ello es la Sociedad Española del Sueño (SES), que se ha pronunciado a favor de mantener el horario de invierno de forma permanente. Desde esta entidad, los expertos destacan que el horario de invierno se ajusta mejor al ritmo biológico humano, ya que favorece una mayor exposición a la luz solar durante las primeras horas del día.
Según estos especialistas, la luz natural por la mañana es crucial para regular nuestro reloj biológico, mejorando así la calidad del sueño y el estado de ánimo. Entre las razones que ofrecen para mantener esta postura se encuentra:
Aunque pueda parecer un simple ajuste de 60 minutos, el cambio de hora tiene un impacto significativo en ciertos grupos de personas. Entre los más afectados están los niños, los adultos mayores o o los que ya de por sí tienen algún trastorno del sueño. La doctora Ana Teijeira, a través de la Consejería de Sanidad de Castilla- La Mancha, ofrece una serie de claves para evitar que los efectos del cambio de hora sean tan notorios en la salud, que generalmente, recuerda, no suelen duran más de 2 o 3 días.
1. Fomentar una regularidad en los horarios, intentar levantarse a la misma hora y acostarse siempre a la misma hora.
2. Mantener una correcta exposición a la luz solar. Especialmente por la mañana se debe realizar ejercicio físico y exponerse a la luz natural.
3. Intentar realizar conductas relajadas las horas previas a acostarnos, con rutinas tranquilas que puedan favorecer el correcto sueño nocturno.
4. Reducir el consumo de estimulantes como la cafeína, las horas previas a acostarse
5. Mantener los niveles de estrés bajos o lo máximo posible bajo sobre todo esas horas.
6. Evitar cenas copiosas para poder hacer una digestión correcta previa a dormir y siempre dos horas antes de del sueño