El boom del ladrillo que precedió a la burbuja inmobiliaria no fue especialmente acusado en la zona de Ferrolterra, pero sí dejó, aquí y allá, ciertas pinceladas de construcción incontrolada. Los barrios de Canido y el Inferniño han sido desde principios del nuevo siglo los preferidos de los promotores para desarrollar nuevos proyectos.
Desde el 2001 y hasta el 2014, según los datos elaborados por el Concello de Ferrol, el ensanche recibió 50 licencias para 591 viviendas –todas comunitarias– y Canido 60 licencias para 542, una treintena viviendas unifamiliares. Esto supone un 20 y un 19% de todas las licencias que se aprobaron en esos años en el ayuntamiento.
La mayor parte de ellas se concedieron entre 2001 y 2008, los años previos a la crisis. Sin embargo, es en Esteiro donde más licencias para viviendas de nueva plata se otorgaron de golpe un mismo año. Fueron 302, en 2001 y, de hecho, en lo siguientes trece años el barrio solo volvió a recibir 24 permisos de este tipo. Varias de estas promociones, especialmente en Canido y en San Cecilia, han quedado paralizadas y los pisos permanecen aun vacíos.
Este año de inicio del milenio fue el más prolífico en cuanto a la concesión de licencias constructivas, con un total de 684 en todo el municipio. Igualmente, en 2005 se rebasaron los 500 permisos y los más de 450 dos años más tarde, en 2007. A partir de ahí, el efecto de la crisis hizo descender drásticamente estas solicitudes y muestra de ella son 24 licencias que se concedieron de 2012 a 2014.
a magdalena
Una mención especial en este contexto merece el centro de Ferrol. Al barrio de A Magdalena, bajo el Plan Especial de Protección y Reforma Interior –PEPRI–, solo le han concedido dos licencias (en 2007 y en 2009) en este periodo de catorce años para la ocupación de once viviendas.
Solo Caranza, el barrio más populoso de Ferrol, y Recimil no recibieron ninguna licencia de nueva planta en este periodo de catorce años.