son ya demasiados los días de disturbios a cuenta de la detención del rapero Pablo Hasel. La situación es particularmente crítica en Barcelona, donde, de nuevo, los radicales se han adueñado de las calles hasta el punto de que la propia Ada Colau, tan amiga de los antisistema, ha terminado por estallar y pedir que de una vez dejen de producirse los disturbios. Pero el problema es que los que están llamados a ser los nuevos responsables de la Generalitat están demasiado ocupados en sus negociaciones como para preocuparse de que las calles están tomadas por los vándalos. Es más, el hecho de que la CUP sea clave para la formación de un Gobierno secesionista hace que desde el independentismo se ponga el foco sobre los Mossos por el modo en el que reprimen las manifestaciones que sobre quienes provocan todas las noches miles de euros en daños. Por eso, los empresarios ya no pueden más y han alzado su voz. Solo falta que los escuchen.