Si la travesía, como espero, ha llegado a buen puerto, ayer Fuco Buxán habrá presentado en la galería Sargadelos “Camiños de Escuma e Vento” de Manuel López, en una edición magníficamente ilustrada por X. L. Neira Brochs, con prólogo de María Donapetry, donde se recogen experiencias y sensaciones del autor a bordo del velero Brendan, durante un viaje desde el Eo hasta el Miño, en la primavera de 2012, en la buena compañía de los amigos: cuatro hombres “on a boat” (uno más que en el clásico de Jerome K. Jerome), a la gallega “catro novos mariñeiros, todos metidos nun bote” .
Siempre que le digo que su obra ha nacido para quedarse como lección de literatura náutica, semisuma de paisajes geográficos y humanos, de Historia viva llegada hasta nosotros a través de su cálida voz, Manolo se atrinchera en la modestia de agradecer “elogios de compañero”.
Ya quisiera uno, cuando escribe sus quimeras, ser capaz de recalar en el puerto feliz del agua clara en lo tocante a estilo y a propuestas: vivimos rodeados de belleza y de historias para ser contadas en esta guía de navegantes y peregrinos de rutas tierra adentro.
Con “El Espejo del Mar” de Conrad y el poemario “De catro a catro” de Manuel Antonio como libros de cabecera y una selección musical, presidida por Bob Dylan y su “Blowing in theWind”, para concertarse con las músicas del mar, ya wagnerianas cuando las tormentas, o sonando a Chopin en tiempos de bonanza, ¿quién dijo miedo a levar anclas…?
Los horizontes de tinta se llenan de presencias competentes: desde Homero a Melville, pasando por Ernest Hemingway, al que vamos a encontrarnos, por cierto, en el puerto de Rinlo, inspirándose para escribir “The Old Man and the Sea”, según leyenda.
Historias de piratas y de santos varones predicando la Biblia; de la II Guerra Mundial y su parienta pobre, la Civil española, al socaire de intereses alemanes; personajes de a remo que todavía recuerdan el cabotaje a vela…
Te adentras en el texto viento en popa y, como decía un viejo poema, “huele a marisma la boca y sabe a sal la palabra…”.