El confinamiento impuesto como medida de contención de la epidemia del coronavirus generó un incremento de la tensión y control sobre las mujeres que conviven con sus parejas maltratadoras, que tuvo como consecuencia un aumento de la violencia psicológica y sexual.
Esta es una de las conclusiones de un trabajo de investigación realizado por un equipo multidisciplinar de diferentes instituciones españolas, liderado por la catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Alicante (UA) Carmen Vives-Cases.
El documento, al que ha tenido acceso Efe, presenta información sobre el impacto de la pandemia en la violencia de género en las mujeres afectadas y sus hijos/as durante el primer estado de alarma en España (marzo-junio de 2020) y su repercusión en los recursos que prestan servicios de asistencia en este ámbito.
También desglosa una serie de implicaciones y recomendaciones para afrontar de manera más eficiente futuras situaciones similares.
Este estudio forma parte del proyecto "Violencia de género y respuestas sociosanitarias durante la crisis por COVID-19", financiado por los Fondos Supera Covid-19 CRUE-Santander para el periodo 2020-2021.
En él se han analizado datos relacionados con la violencia de género en España (teléfono de asistencia 016, denuncias, órdenes de protección y asesinatos) y se ha entrevistado a 47 profesionales de cuarenta entidades distintas del país (quince dependientes de la Administración Pública, doce de recursos comunitarios del tercer sector y trece de recursos del Sistema Nacional de Salud).
Una de las conclusiones del estudio es que la situación provocada por la pandemia de la COVID-19 ha tenido "un impacto negativo en el bienestar, autonomía y salud de las mujeres afectadas por la violencia de género y en las/los menores a su cargo".
Durante el estado de alarma que abarcó el periodo de marzo a junio del año pasado, "en el conjunto del Estado español se observó un incremento del 45 % de llamadas al servicio telefónico 016 de información y atención a la violencia de género, mientras que las denuncias, órdenes de protección y asesinatos disminuyeron notablemente", según la investigación.
"Esta disminución, junto con el aumento de las llamadas al 016, sugiere que durante los meses de confinamiento por la COVID-19 se produjo un cambio en la demanda de ayuda formal por parte de las mujeres, posiblemente debido a que la convivencia obligatoria incrementó el control de los maltratadores, dificultando la búsqueda de ayuda, a la vez que las mujeres pusieron en práctica estrategias para mitigar el conflicto", revela.
El estudio resalta, igualmente, un aspecto preocupante: "durante el confinamiento, si lo comparamos con el periodo de marzo a junio de 2019, se dejó de denunciar uno de cada cuatro episodios de violencia de género", una situación que se atribuye a las dificultades de movilidad durante el primer estado de alarma en nuestro país.
Si bien las denuncias interpuestas durante los meses de confinamiento disminuyeron en general, aumentó "la probabilidad de denuncias de violencia física grave, de violencia psicológica grave en casos en los que había menores a cargo de las mujeres expuestas y de denuncias por amenazas graves propiciadas por agresores que ya habían mostrado conductas de acoso en el pasado", afirma.
En cuanto al impacto de la pandemia en el trabajo de los servicios de atención a violencia de género, la investigación señala que "los cambios realizados en los servicios sanitarios para abordar la atención a la epidemia, en concreto en la atención primaria, implicaron relegar a un segundo plano los problemas de salud no relacionados con la COVID-19".
Ello, afirma el informe, "dificultó la detección de nuevos casos de violencia de género y seguimiento de los ya identificados".
Entre otras recomendaciones, el equipo multidisciplinar responsable del estudio insiste en que mantener la atención a la violencia de género durante situaciones de crisis es una necesidad social.
"Es prioritario desarrollar estrategias interdisciplinares que permitan afrontar de forma más eficiente posibles futuras crisis similares, contando con los recursos humanos y materiales necesarios para poder hacer frente a estas excepcionalidades", sugiere.