Dani Muriel, actor: “Todos los personajes se llevan un trozo de corazón y alma, hasta el que puede parecer más sencillo y ligero”

Hoy llega al Pazo da Cultura de Narón junto con Fernando Tejero y Ana Labordeta con la obra “Camino al Zoo”
Dani Muriel, actor: “Todos los personajes se llevan un trozo de corazón y alma, hasta el que puede parecer más sencillo y ligero”
Dani Muriel durante la representación de “Camino al zoo” | CEDIDA

En ocasiones, equivocarse no es más que un acierto. Eso lo supo Dani Muriel (Valladolid, 1977) a los 19 años, cuando decidió que la carrera de Filología Inglesa no era lo suyo. A él le pertenecían los escenarios, los focos y las cámaras.


“Vengo de una familia humilde, nadie tenía que ver con este mundo”, comenta el artista, que también agradece “la buena reacción que tuvieron en mi casa”. Lo lleva en la sangre pero "cuando me decidí sentí una mezcla entre miedo y amor”.


Después de pasar por televisión –en programas como "Escenas de Matrimonio", "Gym Tony","Servir y proteger" o "Amar es para siempre"– el vallisoletano confiesa que, si le hiciesen elegir, se decantaría por el teatro, para él es “básico”. Empezó en las tablas a los cinco años y, a partir de los catorce, lo estableció como una continua dentro de su vida.


“Cuando estoy haciendo tele y no estaba en el teatro lo he echado mucho de menos. Es la disciplina en la que más me he formado y en la que he interpretado personajes más complejos que han hecho que pudiera crecer”, comenta, aunque entre risas asume que “cuando sólo estoy sobre las tablas también me faltan las cámaras y un texto nuevo cada día”.


A pesar de que en las pantallas no siempre ha interpretado el mismo papel –su trayectoria demuestra la versatilidad en la interpretación– los escenarios se han presentado como un reto, con papeles “más complejos, que conllevaban situaciones en las que no has estado antes”.


Desde los textos complicados de "Don Juan Tenorio" a monólogos de noventa minutos como el de “Agonía y éxtasis”, proyectos que han pasado por las manos de Muriel y que “te hacen crecer y ser un mejor actor, porque perfeccionas tu técnica y tu arte”.


Así, el teatro, que funciona como un engranaje más dentro del día a día de Muriel, también se presenta para él como algo “curativo, tanto si lo llevas a cabo como si lo disfrutas como espectador”. 


“Actuar es terapéutico, te hace salir de ti, explorar sentimiento, conocerte e indagar en tus propias vivencias”, expone, lo que supone un gran trabajo de retrospectiva que funciona, asimismo, como un oasis. “Aprendes a conocerte y a entender aquello que sentiste en una conversación de hace años. Asimismo, te hace entender, de alguna manera, el motivo que lleva a una persona a reaccionar de cierta manera y aprendes a perdonar”, reconoce Muriel.


Y es que hacer un personaje propio es una cuestión que va mucho más allá de unas líneas y un carácter. “Cuando uno sube al escenario deja algo ahí. Todos los personajes se llevan un trozo de corazón y alma, hasta el que puede parecer más sencillo y ligero”.


Es por ello que, dentro de cada interpretación, se puede entrever la realidad del actor. “Puedes ver a un personaje a partir de ti, en el que están tus vivencias y tu forma de expresarte”, comenta, pero, al mismo tiempo, también está la situación contraria en la que “te tienes que alejar para poder encontrar lo que buscas, buscar en tu sombra o en zonas por las que nunca has transitado”. Asume que esto es lo que le pasa con Jerry, papel que interpretará esta tarde en el Pazo da Cultura.


Aunque es consciente que si no se hubiera dedicado a la actuación quizá habría un hueco para él en las aulas –que en cierto modo ya existe, puesto que participa en cursos o en charlas en centros escolares–, la pasión por una profesión que es constantemente un reto hace que Muriel no tenga ninguna duda en que la decisión que tomó siendo tan joven fue más que acertada.


“Al ser actor también enseñas en cierta manera. Ilustras otras vidas, que hay otras personalidades y cosas que no hay que hacer cuando interpretas a alguien malvado. Hay una reflexión detrás para entender cómo se llega a esas situaciones”.


Las bambalinas se quedan la parte más grande del trabajo de los artistas pero son las representaciones en las que se pone todo en juego. La profesionalidad se entremezcla, de esta manera, con las flaquezas personales, los miedos y las fortalezas que hacen que, una vez en el escenario, uno se pueda convertir, por instantes, en otra persona

Dani Muriel, actor: “Todos los personajes se llevan un trozo de corazón y alma, hasta el que puede parecer más sencillo y ligero”

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