Los bomberos, guías y perros de la entidad ferrolana Cans de Salvamento de Galicia (Casaga) ya se encuentran de vuelta en la urbe naval tras cuatro días desplegados en la ciudad turca de Adiyaman, capital de la provincia del mismo nombre. Los profesionales, que el pasado sábado se desplazaron a la mencionada región, uno de los epicentros de los terremotos que asolaron varias regiones de Turquía y Siria, participaron en un total de once búsquedas, trabajando codo con codo con equipos de salvamento llegados de todo el mundo.

Así, Alejandro Barreiro, miembro del cuerpo de Bombeiros de Ferrol, presidente de Casaga y uno de los guías desplegados, explicó ayer, ya de camino a Ferrol tras llegar a Madrid a primera hora de la mañana, que en total, en la zona donde habían actuado, se habían derrumbado sobre tres centenares de edificios. “Estuvimos realizando búsquedas de personas en once inmuebles, así como en el rescate de personas fallecidas localizadas bajo los escombros, que fueron tres”, señaló Barreiro.

Como ya se mencionó, el despliegue humanitario se realizó con equipos de todo el mundo. A modo de ejemplo, el presidente de Casaga relata que el propio sábado participaron en un operativo de búsqueda de supervivientes en una urbanización “en la que se contaban que habían fallecido sobre 220 personas”. En el mismo, relata, también se desplegaron profesionales de Estados Unidos, República Checa, México y Palestina. En esta misma línea, Barreiro recuerda que, “en un segundo derrumbe”, también contaron con la ayuda de equipos de salvamento de China y de Nigeria.

Todas las facilidades

Uno de los puntos en los que más incidió Alejandro Barreiro cuando rememoraba su experiencia fue el gran trato recibido y todas las facilidades que les dieron desde el consulado de Turquía. “Fue cuanto menos exquisito”, señaló el presidente de Casaga, mencionando que siempre se les ayudó en todos los traslados y se les dio prioridad en todos los controles.

En este sentido, el líder de la entidad señaló que el propio Gobierno les llevaba y traía de vuelta desde el campamento –en un principio dormían “a pie de calle”– hasta los puntos designados para hacer las búsquedas. En el retorno a España, por otra parte, también se sintieron muy arropados, viajando a Estambul en un avión militar y de ahí a Madrid en uno comercial, donde llegaron a pasadas las ocho de la mañana.

Por último, Barreiro destacó el trato de la propia gente de Turquía, rememorando que les paraban por la calle para agradecerles su labor, sacarse fotos con los perros y que, ya de vuelta, en el aeropuerto, los recibieron entre aplausos.