La primera noche de fin de año sin restricciones después de la pandemia cumplió las expectativas, con varias horas de fiesta sin incidencias más allá de las provocadas por el temporal (en Cedeira, por ejemplo, se suspendió la verbena por seguridad debido a la previsión de fuertes vientos). Por la mañana se repitieron estampas de otros años, protagonizadas en algunos casos por jóvenes que van tomando el relevo de sus mayores en los amaneceres y, en otros, por los trabajadores que año tras año recomponen la ciudad y a sus habitantes para empezar el 2023 de la mejor manera posible.
Es el caso de los servicios de limpieza, que cumplían su cometido bajo la lluvia, o de las cafeterías que abren a primerísima hora para dar el desayuno a fiesteros insomnes y a madrugadores. Ambos grupos compartieron mesas y buen humor en lugares como El Rincón de la Abuela, en la calle Inferniño, un establecimiento que abre el día 1 de seis de la mañana a dos de la tarde y de cinco a diez de la noche y que registra la mayor actividad del año. Desde primera hora se formaron colas en la calle de personas que iban a recoger pedidos para llevar a casa, mientras en el interior los clientes calentaban el cuerpo con el chocolate. Fue, en palabras de su responsable, María Grandal, una jornada con mucha más actividad, incluso, que antes de la pandemia.