Cuando marchar a una residencia se convierte en la mejor alternativa de vida

Octubre es el mes de las personas de edad y con tal motivo conocemos la historia de dos ferrolanos, dos usuarios de la residencia “Mi Casa”, que se sienten allí como en su propio hogar, sin los inconvenientes de vivir solos en su domicilio y con las ventajas de recibir los cuidados que necesitan en este momento de sus vidas
Cuando marchar a una residencia se convierte en la mejor alternativa de vida
Juan Cornide es el residente más joven de la residencia Mi Casa de Ferrol |D.A.

Sorprende ver a Juan Cornide, un hombre de aspecto y actitud jovial, culto y preparado –un perfil un tanto alejado del prototipo más habitual de residente en un centro para mayores como es la residencia Mi Casa, donde vive desde hace meses-. Él es el residente más joven de cuantos conviven en este espacio: “Soy el yogurín”, bromea. Otra residente es María del Carmen Filgueira Díaz, “Carmiña”. Nacida en Piñeiros hace nada menos que 100 años, es una de las inquilinas más longeva.


A estos dos residentes los conocimos el día que se desplazaron a visitar la exposición de los 25 años de Diario de Ferrol. Pero quisimos saber un poco más, conocer cómo les trató la vida y qué los ha llevado a pasar esta etapa en una residencia como Mi Casa. Junto a ellos estaba Carmen, que presumía de haber sido la primera mujer socia de Racing y que regentó un puesto en la plaza, también otra residente centenaria que todavía tenía el ánimo de practicar yoga. Todos tienen una historia detrás digna de ser narrada.


Carmen Filgueira, “Carmiña”, se muestra tímida, pausada, cauta en sus primeras palabras y hasta sorprendida por el interés que puede despertar, “alguien como yo, que no soy nadie", dice. Sostiene que le gusta arreglarse, pero no mucho; sin embargo, luce espléndida, irradiando esa belleza propia de quien llega al siglo de vida sin achaques de salud, con la mente intacta y el aspecto de alguien con treinta años menos

 

Hace unos días participó en el pleno de las personas mayores en el Ayuntamiento. “Sí, me pusieron al lado del alcalde, yo no sabía nada de eso, pero estuvo bien”, explica orgullosa. Poco a poco se va soltando y cuenta que lleva poco más de dos años en Mi Casa y que se encuentra muy feliz. “Aquí siempre hay cosas que hacer, las chicas están muy pendientes de nosotros, nos cuidan mucho”, asevera. 

 

Antes de decidir marcharse a una residencia vivía sola en su casa de la plaza de España, pero, como les ocurre a tantos otros, una caída propició que su hijo y su nuera e la llevaran a vivir con ellos, “pero bastante tenían con sus propios problemas como para atenderme a mí también, y yo me pasaba muchas horas sola, así que quise venirme, aquí estoy muy bien atendida y cuando quiero voy con ellos, estoy como en mi casa”, afirma. 

Entrevista Mi Casa otra
Carmiña, con 100 años, nos recibe en la residencia Mi Casa donde vive hace casi dos años | Daniel Alexandre

Su larga vida nos la resumió en unos minutos. “Siempre quise estudiar pero no era tan sencillo antes, tuve muchas cosas en contra, yo siempre le decía a mi madre que quería hacer una carrera, pero no se podía. Mi padre era un gran ebanista, pero no había dinero para que yo pudiera formarme”, explica. Eso sí, eleva el tono para explicar que entró en Navantia tras aprobar la pertinente oposición, “yo no tuve ningún padrino”, añade. 

 

Es más, indica que para formarse, por propia cuenta  y en su casa, tuvo que trabajar para conseguir dinero para los libros. “Le pedí a mi madre que me enseñara a coser y gracias a la costura y que bordaba para fuera pude estudiar, y aportar también dinero a mi casa”, afirma. Recuerda con cierto orgullo que logró “la segunda mejor nota de acceso y entré primero como taquimecanógrafa y después pasé a perforista... Pasado un tiempo, me casé y fue entonces cuando tuve que dejar mi trabajo, pero yo no lo dejé porque quise, me obligaron, como bien le dije un día a un abogado de Mugardos cuando me insistía en que yo había dejado mi primer trabajo, pero no fue así, se lo dije bien alto: el BOE ponía muy claro que por orden de Franco una mujer al casarse debía irse para su casa y me fui”. 

 

Asegura que aquella ley no la entendió y le sentó fatal. “Me pareció tan injusto”, añade. Pero años después volvería a entrar en el astillero, habiéndose examinado por segunda vez. “Volví a aprobar pero entré con menos derechos, perdiendo aquellos que había conseguido tras aprobar el primer examen”, lamenta. 


El propio Cornide la piropea de vez en cuando destacando su lucidez y su increíble clase: “es una mujer más que respetable, tremendamente educada y culta y muy pundonorosa, quiere hacerlo todo por ella misma, muy reservada y no le gustan para nada los halagos”. Algo que pudimos comprobar cuando su compañero destacó su buen hacer con la poesía. “Muchos de los poemas que hay colgados en las paredes son suyos”, indica su “vecino” Cornide. Ella, incómoda con los halagos, califica esos poemas de “chapuzadas” que hace a veces para pasar el tiempo. “Yo no les pedí que los pusieran ahí, pero los han puesto”, indica.

Entrevista Mi Casa
Los dos "vecinos", como ellos mismos se refieren a sí mismos | Daniel Alexandre

Sobre su longevidad, no cree que sea cosa de familia o genética, ella es la excepción. Eso sí, a sus 100 años sigue sin tomar ni una sola pastilla. “Bueno tomo una para dormir, porque a veces me cuesta, es lo único que tomo”. Asegura que su alimentación es normal, que siempre fue “buena comedora, me gusta todo, aunque prefiero el pescado a la carne”.


Resulta casi más complicado resumir la vida de Juan Cornide, más corta en años pero no en vivencias. Nació en Ferrol,  en la calle María, hijo y nieto de maestros pasó los primeros años de su infancia viviendo en varios lugares por motivos de trabajo de sus progenitores, pasando por una casa escuela en San Xoán de Filgueira, de la que conserva grandes recuerdos. 

 

“De aquella época me vienen a la mente recuerdos maravillosos, del campo y de aquella sensación de pasar los días rodeados de verde, no estaba todavía esa horrorosa autovía y era un entorno estupendo, pasábamos el día jugando, recogiendo fresas, moras... Tengo un recuerdo genial. Después se trasladarían a Canido, donde vivió hasta que se fue a Santiago a estudiar Económicas con 18 años. “Allí viví 13 años, allí me casé y también allí me tocó divorciarme y casarme con mi segunda mujer.. Con el tiempo acabé con mis huesos en Madrid, que es donde encontré trabajo”. 


En Madrid pasó toda su vida laboral, 40 años. Asegura que en aquella época regresó en contadas ocasiones a Ferrol, pero siempre pensó en volver y por eso reparó la casa familiar, que había heredado. Una vez jubilado decide regresar, lo que le cuesta su segundo matrimonio. “Mi mujer me dijo que ella no dejaba Madrid y yo para aquí que me vine”. Llevaba unos años viviendo en su casa cuando sufrió un ictus. “Pasé siete horas sin sentido, por suerte una hija sospechó y dio la voz de alarma”, rememora. 

 

Fue entonces cuando decide que lo mejor es seguir viviendo con cierta libertad pero con gente cerca que se ocupe de él, y así fue como recaló hace unos meses en Mi Casa. “Tengo absoluta libertad pero estoy cuidado, tengo mi fisio y lo que pueda necesitar. Salgo a hacer la compra, a dar mis paseos, voy a mi casa, al cine, lo que quiero”, explica.


A punto de acabar la entrevista, Cornide casi obliga a iniciarla de nuevo pues revela que sus últimos años laborales en Madrid fue el encargado de las procelosas finanzas del PSOE, ejerciendo de gerente por mandato de José Blanco entre 2004 y 2024, viéndose obligado a sanear las cuentas de Ferraz aplicando un ERE y un ERTE, habiendo protagonizado numerosas portadas en prensa, nada que ver con la vida que lleva ahora. Pero esa, señores, es otra historia. 

Cuando marchar a una residencia se convierte en la mejor alternativa de vida

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