A fondo | O Mencer, el camino hacia la luz de muchas mujeres que ejercen la prostitución

A fondo | O Mencer, el camino hacia la luz de muchas mujeres que ejercen la prostitución
Las Oblatas estuvieron presentes en su reconocimiento en la iglesia del Socorro I Daniel Alexandre

Las Hermanas Oblatas recibieron ayer un homenaje en agradecimiento a esta congregación que lleva más de 115 años haciendo labor social en la urbe naval, centradas sobre todo en los problemas que atañen a mujeres, en su mayoría en situación de prostitución o que son víctimas de trata con fines de explotación sexual.

 

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Un momento del acto I Daniel Alexandre


A estas se les atienden en el centro de día O Mencer, que dirigen en la urbe naval, una labor que seguirán haciendo siempre que se las requiera, ya que su presencia, así como su labor habitual, permanecerá en la urbe pese a que ya no vivan aquí de forma permanente como sí hacían hace unos meses.


Una misa presidida por el obispo, la apertura de una exposición y la proyección de la película “Si todas las puertas se cierran”, centraron los actos de ayer.


Prostitución 

Roberto Ferreiro es el coordinador del centro de día Oblatas O Mencer. Asegura que Las Oblatas no dejan la institución, simplemente su presencia se ha ido reduciendo en los últimos años.

 

 “La media de edad es muy avanzada ya, ronda los 89 años, de ahí que su presencia física se vaya reduciendo”, asevera. En los últimos tiempos eran tres las hermanas que había en la ciudad y se redujeron a  dos, de edad ya avanzada, motivo por el cual se desplazaron a la Comunidad de Mayores de Santiago. No obstante, como explica Ferreiro, “el acto de hoy es para agradecer su trabajo, no para despedirse de la congregación, que va perdiendo presencia en Europa en general, pero seguirá con la misma estrecha labor de colaboración con el centro O Mencer”. 


El equipo del centro de día está integrado por cinco personas y un grupo de voluntarios que fluctúa durante el año. Algunos de esos colaboradores llegan tras conocer la labor social que se realiza en el local o bien derivados de otros organismos o instituciones como el propio Concello.


Según manifiesta el coordinador de O Mencer, habitualmente la labor del centro se basa en el desarrollo de talleres o ciclos formativos y el denominado trabajo de calle, su principal razón de ser.


Explica Roberto Ferreiro que diariamente pasan por O Mencer una docena de personas que toman parte en los talleres propuestos, de temática muy variada. Acaba de finalizar uno de cocina y en breve dará comienzo otro de Auxiliar Sociosanitario en el ámbito de la dependencia en el que tomarán parte 15 personas.
En lo que va de año, cerca de un centenar de mujeres se han beneficiado ya de estas acciones tan propias de O Mencer.


La forma de trabajar en este espacio se centra en intentar detectar las necesidades existentes entre las mujeres que ejercen la prostitución en la ciudad, a través del ofrecimiento de atención social, ya sea porque necesitan tramitar papeles, atención jurídica o bien para cubrir necesidades básicas como son alimentos, ropa o medicinas, entre otras.  El trabajo de calle es uno de los pilares de la institución. “Es raro que estas mujeres lleguen a nosotros de forma directa, aunque a veces así es, pero normalmente nosotros vamos a los pisos o lugares donde sabemos que ejercen la prostitución y les informamos de todos los recursos que tienen en O Mencer, nos vamos ganando su confianza para poder ayudarlas realmente, bien in situ o en nuestro local de la calle Espartero”, explica Roberto Ferreiro.


Cifras de 2022 


En O Mencer, durante el año 2022, acompañaron a 298 personas afectadas por la prostitución. De ellas, 272 eran mujeres, 21 mujeres transexuales y cinco hombres. En este grupo detectaron a 61 que presentaban indicadores de ser víctimas de trata con fines de explotación sexual y a tres formalmente reconocidas como tales. 


“A pesar de que la historia de cada una de las personas que acompañamos es particular, sí hay un elemento común en todas ellas: acceden a la situación de prostitución o trata empujadas por una situación de vulnerabilidad”, explican desde el centro. Y es precisamente la vulnerabilidad –marcada por falta de recursos, acceso a formación y a trabajo o cargas familiares, entre otras– la que las mantiene en ese contexto de explotación, agravado por el estigma social asociado.

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