El equilibrio del Racing se impuso a la potencia sin control del Alavés, consiguiendo un 2-1 y alzándolo a la tercera posición y, como consecuencia, a puestos de ascenso. Así las cosas, el grupo ferrolano sumó su sexta semana consecutiva sin perder, se aupó a la tercera plaza de la clasificación de Segunda y se confirmó como equipo. Todo en uno. Porque, sobre todo, fue esto último. Un equipo.
Eso fue lo que lo condujo al triunfo sobre el cuarto ex Primera consecutivo al que se enfrenta, el tercero que se va de vacío de un encuentro contra el Racing. De todas maneras, el grupo vitoriano empezó el partido asustando. No necesitó crear demasiado peligro; sólo exhibir la sencillez y velocidad combinativa que tienen sus jugadores de mediocampo hacia adelante para recordarle al Racing que iba a jugar contra uno de los mejores de la categoría.
Sin embargo, sus tentativas se limitaron a un par de disparos lejanos de De Lucas y a un tiro de Nené a las manos de Bello. Mientras, el grupo ferrolano luchaba por no dejarse intimidar ante el abrumador comienzo visitante y, poco a poco, encontró su sitio en un partido en el que lo más complicado para el grupo ferrolano se ciñó a quince minutos de la primera parte. Pasado el achuchón inicial, el Racing se sobrepuso al susto que le había dado el arranque del Alavés. Así, empezó a trenzar acciones, a descubrir huecos en la defensa visitante y a acercarse a la portería defendida por Bonano.