Como toda festividad que se precie, los días de Difuntos y Todos los Santos cuentan también con gastronomía propia que, en este caso, ayuda a endulzar estas fechas: los huesos de santo y los buñuelos, dos pasteles que llevan en el recetario español desde los siglos XVII y II, respectivamente.
Rosina Rubio, la cuarta generación al frente de la Confitería Gascón en la carretera de Castilla, se afanaba este viernes en rellenar huesos de santo para abastecer la demanda de una clientela que no dejaba de entrar por la puerta: “Es el día más fuerte, es de locos”, confirmaba.
En su caso, son 20 tipos de rellenos distintos los que elaboran, con bases de mantequillas, pralinés, mermeladas y cabello de ángel. Así, sus propuestas van desde la tradicional de yema hasta la fruta de la pasión, pasando por el chocolate, la nata, el café, el kiwi, la frambuesa o el mango, entre otros.
“Mis abuelos ya hacían de muchas clases, pero es cierto que cada vez hay sabores nuevos. Nosotros intentamos estar siempre innovando y la gente se fía para probar cosas nuevas”, valora, explicando que se trata de un dulce “muy laborioso” y que los canutillos de mazapán “de calidad suprema” se empiezan a hacer ya en septiembre, empleando unos 120 kilos que se traducen en miles de huesos que, “se venden mucho más que los buñuelos, muy a mi pesar”, bromea.
En la calle Dolores, Alba López no daba abasto tras el mostrador de la confitería París, constatando que allí también triunfan más los “huesitos”, que ellos tienen de sabores tradicionales y también de otros menos típicos como el pistacho, la Nutella, el Kinder Bueno o el dulce de leche.