Las circunstancias –unas obras en el edificio en el que durante los últimos veintitrés años tuvo su mesón, A Nogueira, en Canido– llevaron a su responsable, Fina Mateo, a buscar un nuevo destino. “Fui mirando poco a poco y la verdad es que no tardé mucho en encontrar este”, explica. Se llama Magdalena 43 y abrió hace apenas un mes. “Yo no quiero jubilarme, quiero seguir trabajando. Mientras pueda, lo haré, porque además mi trabajo me gusta y tengo ya mucha gente que me conoce y que viene desde hace muchos años”, apunta.
A pesar del cambio, por lo tanto, el espíritu del nuevo establecimiento es el mismo. “La carta es más o menos la misma que teníamos en Canido y a eso le añadimos alguna sugerencia nueva. Pero la base sigue siendo la misma”, comenta.
“Lo nuestro es cocina tradicional”, subraya, y para ilustrarlo lo explica así: “Por decirlo claramente, lo que ofrecemos es la patata que hay que pelar, no la que está congelada”, apunta Fina Mateo.
Esto lo sabe la clientela de Magdalena 43, que viene en parte “heredada” del local anterior y por eso ya conoce perfectamente las especialidades que mejor definen el trabajo de su dueña, con dos productos especialmente demandados. “Sobre todo, el choco y la jibia”, recuerda, “porque son dos de los platos que más hacemos, sin duda, porque además es producto de proximidad, de aquí de la ría. Es algo que gusta mucho”.