La Asociación Sociocultural ASCM inauguró el martes en la sala Curuxeiras del puerto una muestra fotográfica inclusiva integrada por más de medio centenar de imágenes captadas por socios de la entidad durante el recorrido de diferentes rutas. Una muestra en positivo, que pretende reflejar el espíritu de equipo y las ganas de superar los obstáculos que se fueron encontrando.
¿En qué consiste la exposición que se exhibe en el puerto?
Esta muestra fotográfica está centrada en los diferentes caminos que hemos podido experimentar y cómo ha sido para la ASCM disfrutar de un entorno natural pasando por veredas muy diversas, que de primera podrían ofrecer muchos obstáculos no resultando lo más atrayente para una persona con problemas de movilidad... En la muestra nos hemos centrado en eso, en romper esos mitos.
¿Cómo fue la experiencia?
Pues la primera ruta que hicimos fue la del Camino Inglés, después siguieron la del Norte y la ruta a San Andrés. Tengo que decir que nada más salir del muelle de Ferrol cruzábamos los dedos para conseguir llegar a Caranza, y gracias, y resulta que pudimos seguir hasta O Couto... Lo cierto es que no nos habíamos preparado nada y todo hacía pensar que no podríamos hacerlo, pero tras O Couto llegó Neda, Fene, Pontedeume, Betanzos... ya no podíamos dejarlo, pero no porque nos hubiéramos marcado una meta, la meta era solo intentarlo.
¿Qué les motivó a hacer la ruta?
La idea surgió de unas entrevistas que habíamos hecho en pandemia con otros peregrinos con discapacidad de otros puntos del país. Conocer sus experiencias nos animó a probar. Nos metimos a ello sin ninguna preparación especial, la verdad, y nos decían que usásemos mejor sillas especiales; pero fue probarlas y aun fue peor la cosa. Lo cierto es que siempre te dicen que no estrenes calzado para hacer el Camino, pues lo mismo con las sillas... Al final, con las nuestras de siempre cubrimos todas las etapas. Primero probamos a ver qué pasaba y descubrimos que el Camino no tenía más obstáculos que los que nos encontramos día a día en la calle y también que había muchos lugares al lado de casa que no conocíamos, todo eso nos motivó a seguir adelante un kilómetro, y otro, y otro más.
¿Cómo fue llegar a Compostela?
La verdad es que siempre escuchas eso de que el Camino te cambia. Y puedo decir que esa sensación de haberlo conseguido fue muy impactante. La gente andante, como yo, pensábamos que iban a necesitar nuestra ayuda, y al final fueron empujando ellos de nosotros, superando algunas de las pendientes del Camino Inglés. Nosotros ayudamos de forma puntual, sí, pero casi nos ayudaron más ellos a nosotros y, al final, nos quedamos con que personas con y sin discapacidad disfrutamos del entorno natural como cualquier ciudadano más.
¿Alguna observación de la ruta?
Lamentablemente, muchas guías del Camino señalan algunos tramos como no accesibles en sillas de ruedas y proponen como alternativa seguir por la carretera. La primera vez que lo hicimos intentamos no ir por ahí, ya que siempre es preferible pelear con árboles que con coches, los viales son lo más peligroso que hay.
¿Hubo momentos malos?
Los hubo, claro. Pero en la exposición no hay fotografías porque no quisimos incluir esos momentos más difíciles, preferimos mostrar cómo las personas con movilidad reducida también pueden ayudarnos en un momento dado, que quede claro todo lo que tienen que aportar a la sociedad. De hecho, los voluntarios que fuimos con ellos, si no es por las sillas, igual en momentos puntuales no hubiéramos podido seguir el ritmo. Desde luego, el poder disfrutar de la naturaleza ha sido excepcional. Encontrar un tronco no es problema, sí que lo es encontrar un bache en la calle. Tenemos un entorno natural genial y es un privilegio de todos poder disfrutarlo. De ahí el guiño que quisimos hacer a la inclusión en la muestra.
El lunes también presentaron conclusiones del programa “Tesouros diversos”, ¿nos puede contar más?
Es un proyecto que acabamos este mes, de la convocatoria pasada de los GALP, y que hemos hecho balance de lo que ha supuesto para todos nosotros.
¿Y qué ha supuesto?
El proyecto nos ha permitido que las personas con diversidad se puedan acercar a ámbitos como el del sector pesquero, a través de las cofradías de la zona. Pese a que, a priori, son mundos muy diferentes, hemos aprendido muy cerca todo lo que implica el trabajo de esta gente. A veces, lo que tenemos cerca de casa es lo que menos conocemos. Vivimos en la costa y muchos desconocíamos el trabajo que hacen las cofradías, su día a día, sus dificultades. Ha sido muy positivo, una experiencia muy buena la que hemos vivido. Esto nos permitió conocer información sobre los productos pesqueros, la trazabilidad o la seguridad alimentaria, entre otras cuestiones. Una serie de conocimientos que después nosotros trasladamos a otros centros de mayores o de discapacidad y esto también fue muy enriquecedor para nosotros.
¿De qué modo?
Resultó muy positivo poder trasladar los conocimientos adquiridos en esas visitas a las cofradías con otra gente, también con los de más edad y alegrar un poco sus jornadas, saliendo a la vez de sus rutinas. Con ellos, además, pudimos seguir aprendiendo, ya que todos tenían algo que aportar contando sus propias vivencias, y experiencias. Lo cierto es que el proyecto del GALP nos ha proporcionado una realidad desconocida y enriquecedora también vinculada al Camino Inglés, con trayectos interpretativos de su entorno.
¿Y lo siguiente?
Pues en eso estamos, en seguir pensando en nuevas iniciativas en las que embarcarnos, ya que nunca dejamos de proponer cosas a nuestros asociados. Iremos viendo.