Las visitas de ayer, un día antes de volver a enterrar los descubrimientos, en el asentamiento castreño de Tralocastro, contaron con una gran afluencia de familias con niños y niñas. Aparte del número, estos pequeños resaltaron por la cantidad de preguntas relevantes, que condujeron en ciertas ocasiones el relato de los guías, un dato pertinente teniendo en cuenta la situación de este castro y de los demás que se conocen por la comarca.
Actualmente está excavada una parte mínima en relación a la superficie total del castro de Esmelle, por lo que la pertinencia de continuidad de las labores es evidente. Juan Luis Montero Fenollós, director de la Cátedra de Arqueoloxía, detalló además que los trabajadores que se encuentran en Tralocastro “nos los quitan de las manos”, puesto que se trata de una profesión con gran demanda en Galicia.
Una de las razones por las que se eligió este castro en particular, entre el gran número que se conocen por la zona, fue aportada en una de las visitas gracias a la pregunta de uno de estos pequeños interesados en la arqueología. La respuesta es la titularidad municipal del terreno, que facilitó en gran medida los permisos. En otro de esos primeros niños y niñas que visitan el castro de Esmelle despertó la duda del motivo de haber abandonado el asentamiento, si sería por una invasión o desastre natural. Aunque se descarta lo último por no existir rastros de destrucción, este aspecto no está claro tampoco para los experimentados, que lo que suponen, según Samuel Nión, director técnico de la excavación, es debido a un cambio orgánico como en el modo de vida.
De la misma manera, Montero Fenollós resaltó, gracias a otra intervención de parte del público infantil, el avance que supusieron los drones para el sector, al posibilitar la vista aérea. Uno de estos artilugios es la herramienta que usa el fotógrafo Eloy Taboada para capturar las imágenes que registran los avances en Tralocastro y que se van publicando en la web de la Cátedra, además de otros apuntes como las “arqueonotas” diarias.
Los grupos que asistieron al encuentro estuvieron integrados por todo tipo de público, de distintas edades, por lo que confluyeron las nuevas generaciones con otras anteriores, separadas por un abismo cultural en cuanto a la concepción del patrimonio. De hecho, a la visita acudieron algunas vecinas de Esmelle que recuerdan haber visto las zonas descubiertas que, tal y como reflejó Nión, ya se encontraban antes de la primera campaña por excavaciones realizadas por aficionados. En este sentido, Montero detalló que estas intervenciones de la década de los 70 fueron posibles debido al menor control patrimonial y que a día de hoy serían impensables.
La formación, la investigación, la musealización y la divulgación son centrales para el futuro del castro, que no son nada sin continuidad en la profesión. Con este fin, en enero se habilitó un espacio en el Torrente Ballester dirigido a alumnos de Primaria, el Arqueódromo, para enseñar el oficio de forma entretenida.