La Feira do Libro de Ferrol acabó ayer con las firmas de ocho autores. Con respecto al año pasado, en el encuentro participó un establecimiento más y a las citas se incorporaron nuevos formatos como las charlas. Según los dependientes, la acogida que obtuvo esta edición es similar, o incluso superior, a las anteriores, tanto en la afluencia de gente como en las cifras de ventas.

El día 21 de abril del año pasado empezaba la Feira do Libro de Ferrol, mientras que en la presente edición esa fue la fecha de clausura. El buen tiempo es una de las claves más comentadas en las casetas de la plaza, en relación a los resultados positivos, aunque no es determinante.

“O ano pasado choveu un pouquiño pero sempre responde moi ben a cidade”, declara Bea Rodríguez, a cargo de Edicións Embora, que además destacó la ayuda de las actividades.

La responsable de la editorial ferrolana también indica que esta celebración siempre le sorprende por la cantidad de personas que acuden en pocos días. Asimismo, los clientes se muestran particularmente interesados y dispuestos a la adquisición. Tras el cierre de la librería Cortizas, que colaboró en la última Feira do Libro de Ferrol, se reincorporan la Central Librera Ferrol y Cartabón.

“Yo creo que somos de las librerías más veteranas acudiendo a la feria del libro”, indica Alberto Justo, de la Central Librera de la calle Dolores. “Tuvimos una reestructuración importante, con muchos cambios, tanto de personal como de instalaciones para ampliar el negocio”, explica el responsable, que expresó su deseo de volver al evento.

Según recuerda el librero de la calle Dolores, en años anteriores la celebración abarcaba cuatro jornadas. “La feria se redujo en un día y aunque a priori se puede pensar que hay menos ventas, en realidad se concentran e incluso hay más”, manifiesta Alberto Justo, que también notifica que las compras literarias aumentaron a partir de la pandemia. En términos generales, todos los participantes coindicen en que los resultados de esta Feira do Libro son positivos.

“Sobre todo me alegro por los libreros que vienen de fuera, que tienen que pagar más cosas para comer o dormir”, argumenta Manuel Rodríguez Pereira, desde la caseta de Metropolis Comics.