Desde la Sociedade Galega de Historia Natural no pueden estar más satisfechos con la iniciativa puesta en marcha desde la entidad para regalar a sus socios o visitantes –particulares o colegios– su ya famosa semilla de roble del jardín –de más de quince años de edad–, que ha viajado ya a distintos puntos de la comarca y hasta de Galicia a través de esta iniciativa que pretendía aprovechar las bellotas que caían del árbol como regalo para los visitantes del museo.
Y es que el “Quercus robur” ha dado hasta el momento más de 3.000 semillas, que el administrador de la entidad, Salva Sánchez, comenzó a recoger para aprovecharlas, en vista de la enorme cantidad de frutos que el árbol produjo el pasado año. En septiembre empezó a colocarlas en recipientes con tierra llegando a hacerse con un importante vivero, con miles de plantas, en recipientes adornados con el escudo de la entidad.
Cabe recordar que también el Concello se implicó en la iniciativa, aportando casi un millar de macetas para poder trasladar los germinados a los hogares de los visitantes.
Desde la SGHN aseguran que los ejemplares casi se han esquilmado, pues la iniciativa ha sido muy bien recibida por cuantos visitan las instalaciones.
Alumnos de la UNED Senior de Xestoso, capitaneados por el siempre incombustible párroco Luis Rodríguez Patiño, visitaron en las últimas horas el Museo de Historia Natural de Ferrol, que dirigen los socios de la Sociedade Galega de Historia Natural. Tras su visita a las instalaciones, que albergan, como destacan, “colecciones únicas a nivel autonómico y nacional”, los alumnos pudieron constatar el gran valor de este espacio expositivo. Tanto que el propio párroco asegura que hoy por hoy es “uno de los lugares imprescindibles para cualquier vecino de la zona, pero también para turistas, siendo obligado visitarlo al menos una vez en la vida”, recomienda. El grupo salió encantado con las explicaciones de Berta, la guía, y muy impresionado por haber podido disfrutar también con el pequeño espacio dedicado a la avispa velutina o la exhibición de rocas y minerales procedentes del Xeoparque Cabo Ortegal. “Un santuario”, precisan, al que no descartan regresar.