El ex primer ministro de Italia Silvio Berlusconi ha viajado hasta Roma para tantear de primera mano sus verdaderas opciones de convertirse en el próximo presidente, en un escenario donde el nombre que más consenso despierta es el del actual jefe de Gobierno, Mario Draghi, que evita entrar en especulaciones.
Berlusconi, con varios frentes judiciales abiertos, tiene a sus 85 años la oportunidad de sustituir a Sergio Mattarella en la jefatura de Estado a partir de febrero. Públicamente, el magnate no se ha pronunciado, pero en el centro-derecha cada vez son más las voces que confían en él para poner a una figura conservadora en el Quirinal.
Los movimientos se habrían acelerado en los últimos días, después de que el presidente de la Cámara de Diputados fijase el 24 de enero como día para la elección de un cargo que, pese a ser más simbólico que político, puede marcar el devenir del país en momentos de crisis.
Berlusconi se ha reunido con la cúpula de su partido, Forza Italia, y está ya en Roma para conocer 'in situ' sus opciones. "Aún no ha decidido que hacer", cuenta una fuente consultada por la agencia de noticias AdnKronos, dando a entender que cualquier futura decisión se basará en la aritmética parlamentaria.
La designación del nuevo presidente recaerá en 1.009 personas --321 senadores, 630 diputados y 58 delegados regionales--. Para ser elegido en alguna de las tres primeras votaciones, el candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos (673), mientras que a partir de la cuarta el umbral pasa a la mayoría absoluta (505).
La renuncia de Mattarella a un segundo mandato ha abierto el abanico de opciones sin que haya un aspirante claro. Un 59 por ciento de los italianos apuestan por una figura ajena al enjambre político, en línea con el actual presidente y sus predecesores, según una encuesta publicada este miércoles por el diario 'La Repubblica'.
DRAGHI, AL MARGEN
Este mismo sondeo refleja que un 52 por ciento ve a Draghi como el mejor candidato, pero su salto a la Presidencia un año después de tomar posesión como primer ministro obligaría a buscarle un sustituto para su actual cargo.
Esta hipótesis se antoja complicada, habida cuenta de que Draghi parece el único capaz de sostener en pie un gabinete compuesto por una amalgama de partidos, ideologías e intereses diversos.
El fin de semana, Draghi ya dejó claro la semana pasada ante los periodistas que no respondería a ninguna pregunta relativa a sus posibles aspiraciones presidenciales. En su rueda de prensa de fin de año, se limitó a definirse como "un abuelo al servicio de las instituciones".
Los partidos de centro-derecha tienen previsto celebrar un cónclave para tratar de hacer un frente común, pero el centro de la Liga, Matteo Salvini, ya señaló el martes en una entrevista en la televisión pública que, a su juicio, "nadie puede vetar a Berlusconi".
Salvini, que ha abogado por esperar al pronunciamiento final del ex primer ministro, ha defendido su experiencia política y que sea "conocido internacionalmente". En este sentido, ha anticipado que el bloque conservador estará "unido" pase lo que pase para asegurarse la victoria.
Sobre el posible cambio de cargos para Draghi, Salvini ha explicado que no ha hablado con él del tema pero sí que ha sugerido que el antiguo responsable del Banco Central Europeo (BCE) representa una "garantía" para la estabilidad del actual Ejecutivo. "Si quitas la pieza más importante de este Gobierno, no sé cómo saldremos adelante", ha advertido.
Por su parte, el líder del Partido Democrático, Enrico Letta, ha afirmado en otra entrevista que ve "difícil" que prospere la candidatura de Berlusconi y, en cambio, ha citado como "lo mejor" un segundo mandato de Mattarella, a pesar de que este último ya ha dejado claro en varios discursos que está de salida y no quiere seguir en el Quirinal.
En cualquier caso, Letta ha abogado por un "perfil institucional" y ha recordado al centro-derecha que por sí solos no suman votos suficientes como para aupar a Berlusconi a la Presidencia.