Como si por arte de magia regresásemos al pasado, estas navidades, en nuestras salas, una nueva película de “El señor de los anillos”. Esta vez, en versión animada. Quítense los prejuicios (si los tienen) en torno a la animación y si les gusta el mundo ideado por el escritor J. R. Tolkien, o las adaptaciones cinematográficas llevadas a la pantalla por el director neozelandés Peter Jackson, no se pierdan esta muy entretenida película recién estrenada en nuestra cartelera.
Sin duda, en la obra de Tolkien, destacan dos novelas, dos clásicos de la literatura que abrieron ante sus lectores un universo magnánimo, espléndido y casi infinito. Una es “El Hobbit”, novela tan corta como maravillosa. De esas que coges con 15 años y nunca la olvidas y, según te haces mayor, la vuelves a releer y percibes que no era una obra juvenil, sino absolutamente atemporal (como “La isla del tesoro” o “El principito”) y lo antes leído, con la nueva madurez, adquiere todavía más valor.
La otra obra, la más grande, clásico de la literatura universal, es “El señor de los anillos”. Recién comenzado el siglo XXI acudí al cine a ver “La comunidad del anillo” sin haber leído la novela. Entreteniéndome, no me volvió loco. Tampoco el resto de la trilogía cinematográfica. Yo era fan del Peter Jackson más gamberro, el de sus inicios. Aquel que había hecho llegar desde su tan lejano país, hasta nuestros videoclubs, títulos como “Mal gusto” o “Braindead, tu madre se ha comido a mi perro”.
Hace 15 años, recién estrenada mi treintena, José Torregrosa, gran amigo y antiguo titular de esta sección cinematográfica, me regaló la novela completa de “El señor de los anillos” en un único tomo. Me regaló su ejemplar, el que le había acompañado hasta sus, de aquella, 60 años. Ahí, todo cambió. El verano de 2010 fue uno de los mejores de mi vida gracias a haberme devorado, en apenas un mes, una de las mejores novelas que se han escrito y he leído nunca. Tras su lectura, me gustaron mucho más las películas. Me di cuenta de que Jackson en su adaptación de la trilogía (no en la del “Hobbit”, para mí horrorosa, absolutamente estirada y en la que apenas se aporta nada a lo visto en “El señor de los anillos”) había acertado al aligerar la historia, en centrarse en la aventura y el entretenimiento y no pretender el hecho, casi imposible, de mostrar la profundidad, la eterna poesía que contienen las palabras siempre bien enlazadas de Tolkien. Con el director neozelandés vivimos las aventuras, con Tolkien gozamos en cada uno de los parajes de la Tierra media y conocemos la profundidad de cada una de las razas que habitan su creación.
Peter Jackson, conocedor de la necesidad de filmar películas de este universo, para no perder los derechos de la obra a nivel cinematográfico y supongo preocupado por el poco entusiasmo que los fans de este universo están mostrando ante los últimos productos que han salido (la serie “Los anillos del poder”), produce “La guerra de los Rohirrim”, contratando al director de anime Kenji Kamiyama (de la saga “Ghost in the Shell”) y metiendo en este curioso proyecto a gran parte del equipo que trabajó en sus películas.
Lo que se nos cuenta está ambientada casi 200 años antes de que Bilbo Bolsón encontrase el anillo único. Ante nosotros, Hera, hija de Helm, legendario rey de Rohan. Nuestra nueva heroína (inventada para la ocasión, pues su personaje no tenía ni desarrollo ni nombre en el relato original en el que se basa la película) defenderá, junto a su padre y hermanos, su reino de Wulf, antiguo amigo de la infancia, que busca venganza por la muerte de su padre a manos de Helm mano de hierro.
Para mí, tras la trilogía de ‘El señor de los anillos’, la mejor adaptación del universo Tolkien
“La guerra de los Rohirrim”, desde su comienzo, aunque evidentemente nos acerque al anime por el tipo de producción, huele a Tolkien y, todavía más, a Peter Jackson. La historia que se nos cuenta, perteneciente al apéndice A de “El señor de los anillos”, está centrada en el mundo de los humanos. No tendremos hobbits, ni ents, ni al mágico Tom Bombadil rondando los bosques, pero no importa, pues disfrutamos de una de esas pequeñas grandes aventuras ideadas por el británico. La música de Stephen Gallagher nos lleva, de nuevo, a un lugar donde hemos sido felices. Nos recuerda algo que nos ha hecho sonreír, sin llegar a la maestría de las composiciones para la trilogía original de Howard Shore (qué maravilla). Posee una combinación de animación clásica en dos dimensiones con fondo en tres dimensiones. A mí me gusta. Hera, el personaje principal, nos recuerda, con su independencia, con su libre albedrío, a la protagonista de “La princesa Mononoke” de Hayao Miyazaki, sin llegar, tampoco, a la excelencia de la obra maestra que cito. Es un personaje que, sin llegar a ser emblemático, tiene una fuerza y un saber estar que mantienen siempre el interés del espectador.
De las dos horas y cuarto que dura la película, creo que sus dos primeros tercios son los mejores. Una vez llegamos a la resolución, la historia pedía un acelerón más, subir una épica que siempre está presente, pero que pedía a gritos una resolución más explosiva. Llegamos al culmen demasiado pronto, en el momento en el que descubrimos por qué Cuernavilla pasó a denominarse El abismo de Helm. Después, su tramo final, con el asedio a los protagonistas al citado lugar, se parece demasiado a algunos de los asedios vividos en anteriores aventuras de la saga, donde al final, siempre vienen “los buenos” al rescate, en el momento donde todo parecía perdido.
“La guerra de los Rohirrim” es una buena película de entretenimiento donde se demuestra que este universo tiene mucho que ofrecernos en el plano audiovisual y que, por primera vez, lo encontramos en una historia con un principio y un final. No tenemos que esperar continuaciones para conocer su desenlace. Aun siendo lo que se cuenta muy sencillo, tanto como sus personajes, nos sabe acercar a La tierra Media con dignidad, con épica y, por momentos, con emoción. En ella, en ocasiones, nos sentimos como en casa, disfrutando de parajes ya vistos en otros filmes. Para mí, tras la trilogía de “El señor de los anillos”, la mejor adaptación del universo de Tolkien. Ojalá sigan contándonos, sea en formato animado o en imagen real, historias de la Tierra media con el mismo rigor y gusto que han hecho Kamiyama y Peter Jackson en esta Guerra de los Rohirrim.